Esperar el viejo tren en la estación,cada verano en vacaciones era un juego de niños ,o juego de hermanos,era contar los vagones en el silencio de la mañana escondidos entre los matorrales de la línea férrea,y caminar por los durmientes hasta llegar a nuestro destino, la vieja estación.¿Quienes eran nuestros pasajeros tan esperados?, mis abuelos.

Mis abuelos bajaban cansados, con maletas de madera ,cajones de fruta, envueltas en papel,de diario, venían con ropas extrañas de telas gruesas y manta castilla, ella de azul de traje largo zapatos puntudos de taco aguja, y un abrigo que parecía plumero,el llevaba sombrero de algodón ,un abrigo largo y era verano,será que a mis 6 años no distinguía el frio del sur y el calor del norte en verano.

Mi abuela una viejita agradable,cariñosa,laboriosa,me abrazaba, quizás recordando el campo,donde yo pronuncie mis primeras palabras,mi abuelo ,risueño,con olor a tabaco y alcohol,me toma la mano le faltaban algunos dedos y le pregunto por sus manos ,me responde que se los comió un puma cerca de la mina que tanto guardo, para hacerse rico algún día,hasta que un día supe que el puma era la pólvora.

Al llegar a casa abrimos las encomiendas y maletas, muy ordenadas, las frutas dejaban un aroma que aun conservo en mis narices, el café de trigo, el charqui de caballo ,el higo y las tortas de higo, las nueces, paltas californianas y negras,huesillos,descorazados,pasas,queso de cabra,duraznos peludos,,yerba mate,y cedron,para el te.

Al día siguiente ,estaba toda la familia reunida contando historias de verano,historias de caballos, viajes y caminos de tierra, no había momento en que la risa se convirtiera en parte de la conversación, quizás no me daba cuenta del entorno, de mi casa ,que me llenaba de tristeza, quizás quería una casa hermosa para atenderlos, pero era lo que había, piso de tierra, un pozo séptico de baño,lavatorios sin llaves,tohallas de trapos,y techo de fonolas,paredes empapeladas con periódicos y engrudo,colchones con motas,pero era la casa un lugar para vivir ,mi dormitorio,de camas de bronce,literas altas que hoy cuentan un dineral

la luna asomaba ,entre la bruma de las montañas ,y llegaba la noche se encendían las velas insertas en palmatorias, comenzaban nuestros juegos de cruzar los dedos por las llamas o llenarla mano de espermas, mientras el abuelo enseñaba un truco impresionante de hacer figuras con las manos y formando sombras de animales, nos dábamos las buenas noches,esperando ansiosos el amanecer.

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