Cuando somos pequeños y comenzamos a tener uso de razón las cosas empiezan a tomar sentido. nunca me gusto jugar con mis hermanos y mis primos , me gustaba estar entre los adultos , por que ellos , a pesar de que eran grandes siempre estaban soñando; y no me refiero a viejos, cuando digo grandes , hablo de 25 a 27 años , eran padres jóvenes pero yo los miraba tan altos, pero no tan altos como para no lograr entender un poco de sus charlas, sera por que ellos aun tenían aquel niño adentro , que suele estar ahí por años aun así tengamos la cara arrugada y las piernas cansadas el niño vive , por que ver a mis padres sonreír era lo mas maravilloso que había y sus ojos siempre estaban brillando. mis padres solían llevarnos a mis 3 hermanos y ami a casa de Gloria la hermana de mi padre , en ella aun habia un niño adentro, pues estaba embarazada (broma). llegar a casa de la tía gloria era como si una organización invisible nos acomodara justo en el lugar que debíamos estar justo al traspasar la puerta de la tía; los niños a jugar y los adultos en la mesa redonda con sombrilla que mi tía tenia en el jardín, enseguida traían pan y café , nunca nos dejaban beber café, decían que no era para niños , pero mi padre que era como mi amigo, me dejaba beber de su taza cuando nadie nos miraba. la tía Lila que era la mas vieja de todas , la típica tía que nunca se casa ni tiene hijos y a la que se le atribuye el nombre de fotógrafa , siempre tenia fotos de todos fuera quien fuera; sacaba su baúl grande y pesado de fotografías y se las mostraba a sus hermanos y amis padres, podían pasar horas riendo y mirando las fotografías y contando que había sucedido en cada una de ellas, y a mi me gustaba estar ahí , gozaba escuchar como narraban las historias era realmente excitante ver como soñaban todos, es por eso que yo prefería estar con ellos y no jugando. Era toda una película todo un escenario , el café negro y las migajas de pan sobre la mesa y algunas sobre las fotografías y esos momentos eran mas una canción de piano que una podadora; la tía Lila comenzó hablar sobre la probable existencia en un futuro de maquinas del tiempo, yo me levante de la silla junto a mi padre y mirándola fijo en todo momento con una gran seriedad que me atribuían mis 8 años le dije -no tía Lila, las maquinas del tiempo ya existen y son las cámaras, son las fotografías-.
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