Narcisa, una Dama sin rendición.

Narcisa, una Dama sin rendición.

NARCISA

Una Dama sin rendición

Narcisa, era una mujer de condición bondadosa, de humildad notable, era comedida y muy educada, creía en los valores y se lo inculcó a sus hijos. Tenía una vida acomodada, de buena situación, su máxima era el cuidado y atención a su familia procurando el bienestar y seguridad de todos. A sus vástagos,les inducia y promovía a que determinasen unos objetivos en la vida pero sin perder sus valideces. Todo iba bien, todo era uniforme, una vida plácida, sin embargo la propia vida le tenía preparada algunos reveses, donde ya nada sería igual, nada sería fácil y nada tendría sentido.

Narcisa, se encontró de frente con el primer revés, un duro varapalo a su forma de vida tranquila, su esposo se fue y en plena juventud madura, la vida se lo arrebató y la dejó sola con sus cuatro hijos. Poco después le sobrevino el siguiente revés, y si el primero fue doloroso y duro, éste la despojó del alma llevándola a la más absoluta tristeza, al dolor de la ausencia, a la resignación sin quererla, con la marcha de su hijo llegado del frente de esa infernal guerra, que volvió a sus brazos para anunciarle su adiós, y con ese adiós se llevó parte de ella.

Narcisa, resignada, triste y destruida, sin fuerzas, sumida en un silencioso duelo, inesperadamente, como si la vida se hubiera puesto en su contra, arribo un nuevo revés, esta vez la vida se ensañó con su hija menor, haciéndola padecer de una extraña enfermedad que requería toda su dedicación, con la templanza que tienen las madres y más ella, que gracias a ese carácter afable y bondadoso supo manejar la situación, peroacentuó aún más su sufrimiento, llevándolo con mucho sigilo para no perturbar a los demás.

Le quedaba un revés más que sobrellevar y como la situación se volvió proterva en su vida familiar y la inminente ruina era palpable, Narcisa, dentro de su desazón, soledad, dolor y tristeza tenía que tomar una decisión para sacar a su familia adelante.

Así lo hizo, meditada o no, tomo la decisión que más convenía a la familia y a su subsistencia, se arremangó y se puso a trabajar, no zurciendo, ni cosiendo, ni de doncella doméstica, aunque tenía una educación y una pequeña formación, no eran suficientes para prestar sus servicios en trabajos aplicados, aparte de que en aquellos años, las mujeres tenían pocas opciones, su existencia era la de casarse, formar una familia y cuidar del esposo e hijos, sin más aspiraciones. Ella asumió tal rol, y se fue a trabajar, a limpiar y a fregar al hospital. Todos los días desde temprana hora, sus manos restregaban y baldeaban concienzudamente las pisoteadas baldosas blancas y negras –cual tablero de damas- de aquella considerable, gélida, mefítica y gemebunda sala de hospital, con un esfuerzo inhumano, soportando de todo lo que allí podía encontrarse, sobrellevando su labor a duras penas, postrada de rodillas para tal faena con la sola protección de un cuadrante albardín; sus manos pequeñas y suaves, se vieron con el paso de los días y de los años, curtidas, deformadas, cansadas y escaldadas por partir en invierno el cubo escarchado de un liviano carámbano y de retorcer aquellas lonetas ásperas como tela de saco.

Narcisa vivió silenciosamente esa otra vida, la de la lucha, ella que fue delicada ahora era resistente, su sutil fragilidad se convirtió en fortaleza, de las flaquezas en que la sumieron esos avatares, surgió esa mujer decidida y de su resignación emergió el deseo. Cambió y no se rindió ante la adversidad, supo aceptar con entereza su nueva situación, porque de estar arriba a estar abajo, solo sabía una cosa, que era el momento de empezar a subir peldaños para que su familia, sus otros hijos que tanto la amaban y respetaban supieran que ese bastión llamado Narcisa estaba ahí para que ellos se sintieran amparados.

Pero a veces recordaba su otra vida, aquella vida en la que fue dichosa rodeada de sus hijos y de su esposo, de la felicidad que disfrutaba y seguro que se preguntaba ¿“volverá mi sonrisa a iluminar mi rostro y al rostro al que se la ofrezca? ¿Volveré a sentir esa alegría da estar arropada por toda la gente más cercana? ¿Volverán mis cansadas y castigadas manos a sentir las caricias y a poder acariciar estando tan maleadas? ¿Volverá la vida a esta alma tan desolada? Todo eso lo recordaba en silencio para no mostrar esa nostalgia ante los demás.

Los años pasarony la vida volvió a Narcisa, la colmó de una gran familia, sus hijos le dieron nietos y sus nietos le dieron bisnietos, fue aquella madre fuerte, una abuela condescendiente y cómplice y la bisabuela más tierna, sus manos se volcaron en caricias para todos, su sonrisa nos causaba una dulce paz y nos iluminaba, sus ojos azulesnos contemplaban con una triste pero cálida y serena mirada. Vislumbrar su elegante belleza, que los años no castigaron, a pesar de los pesares, era conocer el encanto y escuchar su voz era percibir una melodía.

El día que se marchó, se fue llena de amor, de aquellos que se fueron primero y de los que aquí dejó, a todos nos llevó en su corazón, un corazón que había cautivado a mucha gente en el transcurso de su vida, porque ella fue así, bondadosa, discreta, educada, respetuosa, nunca dejo de ser como era por muy mal que le fuera la vida, su comprensión para afrontarla fue encomiable.Ella será mi ángel y por siempremi referente, una mujer que no supo lo que era rendirse.

Todo un honor haber estado a tu lado y haberme ofrecido tu tiempo, bisabuela Narcisa.

Mare

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