Era ya la primera semana de Julio, y las nubes cerrando el cielo dejaban caer la lluvia sobre mí. Era la primera vez que perdía un ser querido y tal vez no sería la última.

El incidente comenzó hace más de una semana y mi pecho aún gritaba del dolor y por las noches lloraba esperando que todo fuera mentira, pero sabía que no podía enterrar el pasado tan fácilmente como muchos me habían dicho que lo hiciera, esa tal vez seria la quinta vez soñando con aquel accidente maldito, y es que la conciencia me atosiga y los fantasmas me persiguen por la noche, esperando que de testimonio de ese día. Y ¿Cómo sucedieron las cosas? Tal vez si hubiera puesto mis ojos en el volante y no hubiera discutido con ella todo hubiera salido bien.

Soy un fantasma, o eso llegado a creer, tal vez porque me siento solitario y olvidado por el resto, o e logrado crear una pared a mi alrededor; para que nadie entre a mi mundo. Y es que el hecho de solo verla junto a mí me vuelve loco, porque así como una vez ame a su madre yo no podía dejar de amarla, y es que para muchos yo era insoportable, pero ella ahí estaba como si nadie le hubiera dicho que se quede o le hubieran dado opciones a la hora de reparticiones. Pero ella era mi responsabilidad, y tal vez muchos me entiendan al menos si son padres de verdad. Porque solo nosotros nos comprendemos cuando queremos lo mejor para ellos.

Pero y si le hubiera dado permiso de salir a acampar ese fin de semana con sus amigos, tal vez; solo tal vez ella me estuviera abrazando en este momento y no a tres metros de la superficie como se encuentra en ese cajón. Es detestable saber que eres el culpable de todo lo que pasa en este suceso inesperado.

Me gustaría acabar con mi vida de una sola vez porque prácticamente Dios destruyo mi alma y mi razón de continuar. O tal vez no quiero aceptar toda la culpa de mis actos y por eso culpo al de arriba para romper con mi gran peso. Y que tal si le hubiera dicho que sí, El hecho de solo pensarlo me vuelve loco porque no podía entender si podría pasar tres días sin verla, incluyendo el viernes y dos días de vuelo. Pero todo eso no se compara con el dolor que tengo ahora en mi pecho.

Recuerdo bien ese día, el cielo estaba despejado y azulado como cualquier verano del año y la llevaba a la escuela como cada mañana después del desayuno. Solía gustarle que le prepare panqueques con miel y una taza de cocoa, para levantarle el animo antes de llevarla. Y se que ya no era una niña porque justo en enero celebramos su cumpleaños, dieciséis de ese año. Pero ese día andaba fastidiada por la discusión de anoche, que justamente habíamos tenido.

Entro al auto con su rostro de fastidio, y yo no le dije nada en ese instante.

Una vez encendido el auto ya no hubo marcha atrás, y continuando sobre la amplia carretera ella empezó a hablar.

-¿Por qué no puedo ir? -Me miro con ojos de tristeza, tratando de hacerme caer en su capricho.

-Pues ya dije que no, y yo velo por tú seguridad -Respondí frío.

-Pero mis amigas irán. -Hablo alzándome el tono.

-Pues ya dije que no. Y no quiero hablar más del tema -Reafirme mi respuesta de ayer.

-Ya no soy una niña, ¿Sabes? -Se defendió a mi respuesta.

-Pues si no lo eres entonces actúa como una adulta, y toma buenas decisiones.

-La verdad es que no te entiendo. -Dijo alzándome la voz- Por esa razón nos dejó mamá, porque tú solo piensas en ti y en nadie más.

-No entiendes que solo quiero lo mejor para ti -Me la quede mirando, solo podía verla a ella y mis ojos no podían dejar de verla.

Lo que paso después sera solo un recuerdo propio que quedará marcado en mi conciencia.

Se podría decir que tal vez en otro momento yo hubiera evitado todo esto, tal vez sí no hubiera cruzado la calle cuando el semáforo estaba en rojo nada de esto hubiera pasado.

Ese día morí, morí junto a mis esperanzas que tenia con ella, desaparecí de la faz de la tierra y me enterré en ese cajón. A tres metros de la superficie.

-Fin-

Álvaro Villegas Cotrina

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