Desde que se levantó sentía que aquél día no era como cualquier otro su interior se lo decía. Su mente hacía mucho que sólo podía consignar lejanos susurros de voces ya irreconocibles, siluetas deformes de recuerdos fragmentados e incoloros de una vida, su vida, ya no sabe si fue intensa o infeliz sólo recuerda que alguna vez tuvo una.

Suponía mientras daba pasos temblorosos torpes y cansinos dentro de la pequeña habitación que tal vez sea su cumpleaños, o su aniversario de bodas, quizá el cumpleaños de alguien muy querido y especial para él o acaso un aniversario más de la muerte de sus padres. Descorazonado buscó dentro del armario el único terno que sobrevivió probablemente de algún trabajo de oficina o de algún evento en particular pues entre lágrimas convino que cualquiera sea la ocasión ese traje acompañaba bien.

Afuera de la habitación empleadas del asilo comentaban -algunas con lástima otras cuántas con indiferencia- que hoy se cumplía un año desde que su hija lo trajo y que nunca más volvió a visitarlo ni a saber del desventurado anciano.

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