Son vacaciones y estoy en Sudáfrica en el parque nacional Kruger. Llegamos hoy en la mañana aterrizando con una diminuta avioneta en una pista de tierra justo en medio de la nada. Después de instalarnos en donde pasaríamos unas noches salimos de Safari. Encontramos por ahí de las cinco de la tarde una hermosa familia de elefantes que se dirigía lentamente hacia el único de los pocos lugares que quedan con agua. Su caminar es lento y pausado. Nos miran intensamente y saben perfectamente que estamos ahí. Uno de ellos se espera por detrás de todos y extiende y aletea las orejas. Impresiona su gran tamaño y sus largos colmillos blancos y hermosos. Es la forma que tiene de manifestar su incomodidad hacia alguna cosa y en este caso de decirnos que aquí opera una ley muy simple, » te respeto y me respetas». Caminan en fila y es interesante mirar como protegen a los más pequeños, los meten en medio de la manada y cada bebe elefante va siguiendo a su propia madre pero cuidado al mismo tiempo por todos.

Hay muchos bebes y elefantes jóvenes, lo cual me da a pensar que este lugar es maravilloso, ¡Aún hay esperanza de salvar la vida y la existencia!

El bebe más pequeño de la mandada tiene algo así como dos meses. Da inmensa ternura mirarlo. Su inocencia es palpable, sus ojos lo dicen. Le encanta jugar y se distrae constantemente. Su madre lo va guiando con la trompa para que no se salga de la fila. Ellos saben que la supervivencia en libertad tiene sus partes difíciles. Los bebes pueden ser presa de otros animales, como leones y leopardos que por aquí hay muchos.

Es una tarde hermosa. Me encantan los tonos dorados que existen por todos lados reflejando los rayos de un sol que está a punto de ocultarse. Este lugar es como si mirara absolutamente el universo entero. Como si ante mí se fusionará todo y la vida me diera este gran regalo de poderme sentar plácidamente y mirar toda la inmensa belleza que existe en el mundo tal cual es. El corazón se me oprime de emoción al pensar en tanta dicha.
Llegan al río y la familia se mete feliz al agua. Beben y se mojan con sus trompas. El bebe se tropieza con su propias patas. Cae varias veces de trompa, da un sentimiento salido directamente del corazón verlo. La ley del aprendizaje de vida.
Escuchar como beben junto con los sonidos de la naturaleza es la mejor sinfonía del mundo. Inmediatamente me empieza a recorrer el cuerpo una especie de paz que solo puede venir de la luz divina. Tiene que existir algo superior a todos nosotros para poder crear algo tan hermoso.

El aire huele a infinito mezclado con pureza de vida. También huele a instante detenido embebido con lodo recién batido. La luz es dorada, capta sombras y luces fugaces que se aparecen y desaparecen en segundos que van y vienen. El sonido de las piedras de río al ser removidas por las patas de elefante son como percusiones discretas y tenues que parecen tímidas pero que dan ese toque que hace a uno sentirse en el paraíso total y completo.
Hay entre ellos un elefante adolescente que se tira en un charco de lodo y retoza felizmente en el, disfruta el baño con absolutamente todo su ser. No deja ni un centímetros de su propia piel sin una deliciosa embarrada. El más pequeño quiere hacerlo también, pero sus patas resbalan y no tiene aún control sobre su propio cuerpo. La madre lo ayuda constantemente a levantarse.
Saco fotos que para mí son increíbles. La luz es perfecta, el río es como un gran espejo entre plateado y dorado que refleja todo con una belleza justa y completa. Cada día y cada instante son únicos y jamás se van a volver a repetir igual. Decido vivirlo al cien por ciento.

El sonido de los disparos de mi cámara hace que los elefantes mueven las orejas como tratando de detectar qué tipo de pájaro produce ese sonido. Me sonrío de alegría el verme formar parte de su propio mundo. Es emocionante mirar la unión familiar que existe. De repente aparece otra familia de elefantes y todos dejan de hacer lo que estaban haciendo para mirar a los recién llegados. El mayor de la familia que al parecer es el líder, se pone al frente y como cuento de hadas, se adelanta el jefe de la otra familia y se acercan a discutir la toma de agua. Parecen ponerse de acuerdo y deciden por lo que veo compartir el espacio. Esto es algo maravilloso.

Al poco rato, todos comienzan a retirarse y a perderse entre los árboles que están al otro lado del río, pero el adolescente sigue en su juego con el lodo y no desea irse aún. Es llamado varias veces por su madre, pero el traviesamente regresa al lodo una y otra vez hasta que otro elefante más grande lo empuja hacia la espesura de los árboles, y así, esta hermosa familia de elefantes comienza a desaparecer.
No me sale nada más que un profundo suspiro al verlos alejarse con esos movimientos tan seguros y lentos al mismo tiempo. La vida y el instante me regalaron estos momentos de contemplación. Me vuelvo a inundar de todos estos colores plateados y dorados que danzan frente a mí y sigo con mi mirada esa hilera de estos hermosos animales y me pregunto a mí misma. ¿Porqué de repente la vida parece tan complicada cuando en realidad es tan simple? Dejamos de ver la belleza que la misma vida nos pone enfrente por preocuparnos por cosas sin sentido. Esto no puede seguir siendo. La vida es esta y en este preciso momento mi tiempo también se detiene y formó parte de este mundo maravilloso.
Solo me queda volver a dar gracias a Dios y a la vida, que me han dado tanto.

SUDAFRICA.

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