Y cuando yo haya cumplido mi misión y recorrido mi laberinto sabré que podré iniciar un viaje especial. Un viaje para volver a casa. Pero para este viaje no necesito equipaje, tendré que despojarme de todo lo material; y desnudo, entregarme a la luz, abrazarme a ella. Y me iré tranquilo, con la satisfacción del deber cumplido; de plantar una semilla que contribuya a que el mundo, mañana, sea un poco mejor.

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