EL VIAJE DEL GUERRERO DESDE MI VENTANA

EL VIAJE DEL GUERRERO DESDE MI VENTANA

Luz Belinda Nava

06/09/2016

Cada día navego entre turbulencias. El lugar más difícil de conocer es la mente; un océano de luces que depende de cada cual mantenerlo encendido, para navegar en aguas de cordura, sin tocar los límites del desquicio.

En mis peores momentos, me anclo a un puerto seguro: ¡la inocencia! ver unas caritas sonrientes arrancan tristezas; siempre hay un paraíso en cualquier infierno. Cuando hablo de infierno, recuerdo aquel mes de julio, donde nos azotó una ola de calor. Aquella tarde era agobiante, el calor hacia preludio y las horas conspiraban contra mí.

Ese último trimestre mi consulta psicológica, estaba totalmente llena. Cada día, debía abordar casos complejos, emitir diagnósticos confiables y acertados. Fue así, como conocí a Ángel, un niño con tan solo 9 años,a quien debía evaluar .

A la hora pautada estaban allí, madre e hijo. Ella una mujer de unos 30 años. aproximadamente, ojos brillosos algo desorbitados,hablaba de forma acelerada y entre cortas pausas exhalaba. Le pregunté:- ¿Se siente mal? No había terminado la frase cuando la mujer rompió a llorar. Sólo decía:- no sé cómo llevar esta situación. Mi hijo es Autista. Necesito ayuda,por eso estoy aquí. Logré calmar el estado de angustia de aquella mujer,quién se serenó y se marchó con una esperanza.

Desde ese instante, me dediqué a observar al niño sin interrumpirlo. Él se movía por toda el salón, tocaba las paredes una y otra vez, en voz alta decía:-¡son ásperas! Eso no me gusta y este color verde…¡no está mal!..el tono de su voz , era muy particular, agudo y estridente, caminaba en puntillas, casi danzaba en el perímetro de aquel salón, confidente de tantas historias.

Abría y cerraba sus brazos, como pretendiendo abrazar el aire y todo lo que alcanzaba su mirada. Se detuvo frente a una pequeña estantería de color blanco,que complementaba la discreta decoración del área de trabajo. Allí en la primera balda habían tres libro. Inclinó su cabeza y leyó en voz alta sus títulos. dijo:- he leído los tres.

Tarareaba cada vez que se centraba en algún estimulo. Me acerqué y lo giré poniéndole frente a mí. No me miraba, su interés estaba en otras cosas. Lo dejé en libertad para moverse y me trajo una figura de plomo, de llamativos colores que estaba en la estantería y sujetaba los libros. Le pregunté: ¿te gusta el soldado samurái?.

Observó minuciosamente la figura y me respondió:- es más que eso. Es un Bushi,es más digno llamarlos así. En tono muy didáctico,me explicó que estos guerreros eran educados desde niños y preparados para darlo todo. Creían en la verdad, la lealtad y el honor y tenían un código de conducta llamado bushido. ¿Sabes lo que significa?- me preguntó. Mi silencio me arropaba ante aquella imaginación tan prolífica y brillante.

Seguidamente comenzó a darme una cátedra extensa sobre la cultura japonesa. Me tomó de las manos y nos sentamos uno frente al otro. Pude detallar sus dulces facciones. Ojos muy oscuros que constantemente esquivaban los míos, cabello negro, rizado,Intenté tocarlo, pero no me lo permitió.Movía sus dedos como un pianista y Me dijo:-yo estoy consciente de mi condición. Soy diferente. Soy Autista. Quiero ser un guerrero para defenderme en mi realidad. Me sorprendió la madurez y lo brillante de su razonamiento.

Con entusiasmo comentó:- te hablaré de mis habituales viajes. Desearía que puedas verme, desde tu ventana y me enseñes como usar todo lo que aprenda en ellos. Ángel me proponía un viaje, donde tendría que ir con mucho cuidado.Y no permitir que él perdiera el rumbo y los límites entre la realidad y la fantasía. Estuve de acuerdo con su planteamiento,con la condición de que debía aprender a ser un guerrero en su realidad.

Le dije:-Tendrás el mismo sentido de responsabilidad y entrega, así como en Japón, los futuros guerreros lo tenían, y asistían a un entrenamiento desde niños para convertirse en samuráis;caballeros armados que aprendían a vencer sus miedos, a enfrentar a sus oponentes y utilizar todas sus armas con dignidad.

Y desde esa tarde, empezamos a viajar a ese universo indescifrable
que es la mente humana.Tuve que ilustrarme sobre su apasionamiento para poder estar a la altura de su brillantez. Leímos y escribimos haiku, como un culto a la poesía japonesa.Guardo algunos celosamente. Me obsequió un dibujo hecho por él, tal como se veía en esos viajes donde ya era un guerrero.

Ángel durante cada sesión exploraba esa otra dimensión, donde vivía una historia que siempre le guié, para diferenciar de su verdadera realidad.

Como se hace en un viaje ordinario, debía quedarse con todo lo provechoso y aplicarlo en su día a día,sin evasiones.

Cuando me dijo que debía observar desde mi ventana, se refería a los ojos.Era su manera de decirme que debía estar atenta.Entendí que aquel ser tan especial, quería ser un guerrero hábil con la katana, ese imponente sable de filo increíble, que aprendió a admirar y que usaban los samuráis.

Le expliqué que el poder y la fuerza de esa arma en el mundo real,lo representa la seguridad en sí mismo y la determinación de la palabra,que son tan poderosas e intimidantes como la espada de un guerrero samurái.

En cuanto a el miedo, solo puede vencerse enfrentándolo.

Aceptándose y valorándose

…es el comienzo

Ángel siempre me decía:- y que más. Y yo me quedaba otra vez, sin palabras porque eso de enfrentarse a un Bushi, a un guerrero, no era tarea fácil.

Cada día,se comprometía más con su realidad .Y poco quedaba de aquellos viajes donde conoció el verdadero camino de un guerrero cuyo destino era el mismo.

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