Hoy pasé otra vez y vi el tanque del molino. Blanco y rojo está, guardián atento del destino.
Desafiante te veía yo de niño; te agraviaba con piedrazos de castigo, que quedaban a mitad de camino.
Te veía tan alto en ese cielo, tan amigo de pájaros y nubes. Yo a tu lado, tan pequeño, solitario, qué me iba a imaginar, que en este día, mi mirada hacia ti renovaría.
Cuánto tiempo qué, se deslizó en la arena del reloj. Que iba a sospechar esta bella historia entre los dos.
Y supimos de tiempos de abandono; conocimos ausencias, deterioros; hoy te veo y tu mensaje es otro.
Te observo triunfador recuperado, activo mirador de mi Venado; la nostalgia no te tiene preocupado, la vida es un mar, que en su orilla, a dos hermanos, quiere reposados.
El tanque del molino era y es un símbolo del viejo Molino Fenix, hoy Molinos Venado. Fundado en los albores del siglo XX. Una de las industrias de la que dependían muchas familias.
Un buen día lo cerraron y quedó vacío, testigo cruel de un mal gobierno. Hoy, después de muchos años, lo reactivaron y su sirena, que otrora sonara al mediodía, volvió a escucharse; era y es una pausa en el trabajo.
Y el tanque despintado está, nuevamente, rojo y blanco…
FIN
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