EL JOVEN PROFESOR

Cuando él trabaja, se transporta, su mundo se llena de energía, los niños: haciendo pre calentamiento, corriendo al son de un pito, realizando carreras, dando vueltas al gimnasio, eso es lo que le da vida, más ganas de seguir. Agruparlos y mantenerlos a todos, callados y concentrados en lo que va a decir, todos los oídos están preparados, atentos para cada explicación, porque; aunque no lo crean, para muchos de sus alumnos ese es el mejor momento, ¡el mejor momento de la semana!, tener una clase de física con el profesor Darío.

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Es muy joven, con apenas veinticinco años comenzó a trabajar, para él un poco tarde, hacía tres años que había egresado de la universidad, no encontraba trabajo.  Ese trabajo que añoraba, quería poner límites a la obesidad en los niños, un mal mundial, también de Chile, él de pequeño tenía más cuerpo que su hermano mayor, el cual ingreso al colegio antes que el profesor Darío.  Durante un año se quedó en casa conmigo, lo consumía el aburrimiento hasta que llegaba Diego, su hermano, a contarle lo que hacía en el colegio. Muchas veces me acompañó al colegio, entusiasmado por ver que se hacía en ese lugar, miraba a los niños y sus ojos cual dos luceros en una noche oscura brillaban: ver correr a los niños y niñas, ver a los profesores formar a los alumnos fuera de la sala de clases al son de un silbato, para él, era escuchar una hermosa melodía.

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¡Llegó el día! ser uno más en el colegio. Lo fui a buscar y ¡salió! de la sala cuan torbellino echo niño, me contaba que tenía amigos y daba vueltas como avión en el patio, volvía y me cantaba una canción, lo más importante,  las tareas que le pasaron: de que ese, ¿pero ese qué?, ese profesor mami, ¡ese de ahí!, hace correr a los niños les hace física, todos se cansan, les toca el pito y se paran. Y aún veo esos ojos de lucero y esa impresionante sonrisa. De allí su anhelo de ser un profesor de “FÍSICA” como él decía. Estando en casa él organizaba todos los juegos de entretención, se sentía realizado.

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El ahora profesor Darío planifica las clases, lleno de gozo, es lo que más le gusta hacer y es fácil dice, al parecer cuando amas una labor todo es muy fácil, muchos se quejan de las planificaciones, él no, las puede hacer para un año, si así se lo piden.

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De repente, recorre  parte de su historia en sus pensamientos y me conversa de sus días en el colegio, porque ahí vio a ese profesor que malamente llamó profesor de física ja.ja.ja Y echa la cabeza hacia atrás y…era profesor de educación física, andaba perdido dice, pero como me gustaba lo que hacía.

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Sus primeras clases las impartió al primer nivel, llamado Kínder, quedó muy impresionado por el orden y la capacidad de los pequeños de seguir sus  instrucciones, pero; madre, te das cuenta, me  solía decir, son niños de cinco años y más atentos que los de diez o trece, imaginé que serían los más inquietos y que los mayores serían más atentos. Su sonrisa afloraba, al decirme, así  debí ser yo.

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¿Darío?, le pregunta su tío, ¿qué te dio por ser profesor?, mira que no cualquiera es profesor, los sueldos que ganan no son los mejores.  Pero para Darío esa frase era una más. Lo que él llevaba por sus venas era lo que  vivió en las escuelas: San Pedro, Octavio salinas y Liceo de Coronel.  Por su responsabilidad siempre era elegido para representar a su colegio, se ligó al atletismo, corrió ochocientos metros planos, carrera de posta, llegó a sumar muchas medallas, en cierto modo lo destacaban por sus logros, en esta última escuela municipal el terminó la enseñanza básica, fueron cuatro años y de ahí a la enseñanza media. Siguió en atletismo, para representar al Liceo, en ese lugar donde ya se planifica el futuro y todos comienzan a pensar en los estudios superiores, él  lo tenía claro, en el fondo, él tenía sus ideas claras – quería ser profesor – era su deseo, además que siempre respetó y valorizó a sus profesores de una forma en que los jóvenes de hoy no lo hacen.

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Vuelve al momento de la planificación y con el lápiz rodando sus labios piensa que con veintiséis años salió evaluado mejor profesor de su Comuna  – Coronel – un gran reconocimiento y a la ves un privilegio, pero él debe seguir compartiendo con sus niños, aunque porfiados, pero niños, vulnerables, de esos que están a punto de caer en las drogas o la prostitución infantil;  pero si él les acompaña serán mejores, hasta puede que se deshagan de sus males y encuentren su norte,” para eso estamos “ y ríe, por eso me gusta enseñar, porque sé que alguno de ellos algún día tendrá un futuro mejor,  como yo … vuelve al pasado… la  profesora María Angélica de la escuela Octavio Salinas, que fue su profesora jefe durante cuatro años al verlo como alumno de practica laboral, se asombró,  Darío Vidal estaba parado frente a todos los alumnos siendo anunciado por el director del colegio que sería el nuevo profesor de educación física y destacaba una cosa para todos ,él era ex alumno del establecimiento, estudioso y respetuoso con los profesores y ahora lo tenemos aquí, las profesoras le decían, me alegras chiquillo, me das vida.

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No la pasó muy bien en la universidad, trabajó y estudió, su padre ausente no le dejó otra opción, pero siguió adelante y hasta el día de hoy continua su trabajo, ¡sí!, su trabajo es enseñar, es guiar como muchos de los grandes personajes fueron guiados, por un profesor, pero al parecer lo han olvidado, pero él con su sonrisa y sus ojos iluminados piensa en la nueva clase, siempre… la sonrisa en su rostro.  “NO CUALQUIERA PUEDE SER PROFESOR”, no es por dinero, es solo vocación.

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                                                          FIN

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