Geranio rojo fuego
El robusto asistente del turno de la tarde apareció de improviso. —Lo voy a llevar al solcito, don Gilberto…, —dijo. Y con la maestría de la experiencia, trasladó al octogenario en su silla de ruedas a través del amplio patio y lo ubicó junto a un macetón, en el que ostentaba su lozanía un geranio...