Anatomía de un beso

Anatomía de un beso

Javier Vidal

13/03/2021

Del beso se ha escrito todo, como si de una teoría infinita se tratara. Y es en la acción que lo precede donde se encuentra la esencia del deseo y, antes del rayo, su propósito. Así un beso no es nada sin la porción marginal y labial, ambas —esto es cosa de pares— insertadas detrás de la piel que nos habita la mandíbula. Con ellas silbamos o cerramos el pico; abrirlo es tontería. Siempre mejor un ósculo que emitir una palabra olvidada por la RAE. A pesar de su considerable tamaño, representa la punta del iceberg de la mecánica erótica: girar el cuello hacia la derecha antes de entablar contacto con el otro y su saliva, los dientes y esas risas de después. La filematología (ciencia que estudia sus reacciones en el cuerpo) cree que este movimiento se debe a que es el lado hacia el que inclinamos la cabeza siendo aún fetos. 

Corazón, cuello y hombros participan en la inercia que apunta hacia la boca. De lo contrario, las narices entran en liza. El cigomático mayor, pequeño y en forma de rectángulo, abduce y eleva las mejillas; el cigomático menor, con aspecto de cinta, inerva la parte media del labio superior; el masetero y el temporal interno para masticar la fresa con su jugo y todo. Al llegar a la lengua el iceberg tiende al agua y con ella los nombres se complican. Será por la falta de riego en otros puntos anatómico forenses. El geniogloso proporciona estabilidad, el estilogloso que la ensancha y la lleva hacia atrás y hacia delante, pura bachata, y el hiogloso para lo convexo y el tornillo. Se calcula que para los besamanos utilizamos dos músculos a lo sumo y otras tantas calorías. Eso sí, como la cosa prenda el número puede ascender hasta treinta y cuatro faciales y ciento doce posturales con un total de veinticinco calorías por minuto, incluida la posibilidad de herpes, virus de Epstein-Barr y embriaguez. En su descarga conviene recalcar que prolonga la vida en cinco años bisiestos y disminuye el riesgo de caries a pesar de un alto contenido en miel. 

Todo los pacientes intuyen que besar implica carne, pero pasan por alto la oxitocina, genéricamente conocida como Pitocin®; la dopamina para la conexión con el otro; la serotonina con su fórmula A₁₀M₁₂O₂R, todo un catálogo de hormonas para definir aquello que comienza en los ojos, se contagia por los poros y eclosiona con una rendición. Poco importa lo que digan los científicos, las madres y los amantes pasajeros. Dar un beso y ser besado es el único gesto de la física y la química con perspectivas de futuro, la única historia no escrita en la que sentirse a salvo respirando más bien poco. Podremos extinguirnos como especie, pero permanecerá en el aire, en las comisuras del recuerdo. Y además late.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS