Romántica velada, un paisaje, dos copas de vino y pétalos de rosa detallados en el suelo. Todo lo que aquella joven de cabello negro azabache, ojos marrones y labios rojos carnosos, ella soñaba con un día tener un día en donde consiga un beso especial. El, un chico distraído, con un pasado algo oscuro, cabello castaño y el típico chico perfecto. El amor no ha sido su fuerte pero ella ansía el momento en que los labios de su amado rozen los suyos. Ambos con pensamientos distintos referente al amor. Un día inesperado se conocen, sus miradas se encuentran, sus respiraciones chocaban y sus manos hacen contacto. Un sentimiento inesperado y nuevo surge en ambos. 

Ella intentando acercarse y el evitando a toda costa su mirada y su sonrisa. El intentado esquivar su sonrisa y su mirada de la azabache que comienza a atraparlo cada vez más y más. El tiene miedo de dañar y salir herido ante el amor, tiene miedo de que la chica gane el juego haciendo un jaque mate.

Ella sin miedo, recorriendo los pasillos de la gran mansión, buscando con sus ojos marrones al chico por el que ella se ha vuelto ansiosa, acelerando su paso a paso cada vez más y cuando por fin llega, se detiene en su puerta. El escucho un ruido, se acercó a la puerta sabiendo que era la chica que aunque se negaba amaba. Ambos tocando la manija de la puerta y apoyaron su cabeza en la puerta. Comenzaron a sentirse acorralados y ahogados. La chica suspiro y decidida se fue rápidamente, el chico tomó valor saliendo pero solo logro ver como la chica se iba sin decir nada.

El tiempo transcurrió, el último día, ella lo sabía, decidida fue al lugar donde una carta que había recibido la habría llevado. A su alrededor todo fue como ella una vez lo deseo, lagrimas se acumularon en sus ojos que ahora con el vestido que llevaba parecían dos perlas. El chico admiraba su belleza a lo lejos. Se acerco, la tomo de la mano, la chica confundida por su atención la recibió. El la tomo de la cintura y se dejó llevar por el compás de la música. Sin mas que decir, el joven decidió tomar valor y sujeto firmemente y delicadamente a la pelinegra azabache de la cintura y unió sus labios con los de ellas. Un beso lento y suave por parte de ambos, la chica cerró los ojos sabiendo que ya era el dia final. Tuvo lo que quizo, pensamiento revueltos surgieron en ella y sonreía. Un jaque mate, pensó él, sus labios de la joven eran dulces. Mi final, ella pensó, cuando en menos se lo espero el chico, sucedió lo previsto. La chica cayó al suelo pero antes el chico la atrapo, pero al hacerlo encontró una hoja de ella. La leyó y comprendió, lo que escribió la chica y él en su mente lo repetía, sabiendo que un beso había sido su «jaque mate», tal como ella lo escribió.

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