Segunda cita (Historia del beso).

Segunda cita (Historia del beso).

ESTEFANYA PARRA

14/02/2021

Luego de varios meses de confinamiento había la posibilidad de salir de casa. Volver a la calle no era la única alegría, encontrarse con el hombre que logró conquistar sus sentimientos hacía a su corazón palpitar y ese cosquilleo con una mezcla de desesperación tomaron protagonismo.

Los saludos conocidos ya eran parte del pasado, entonces llegar y dar un beso en la mejilla parecía un delito. En un primer encuentro el cruce de miradas y un abrazo ocasional fue todo, pero gracias a la conexión que se dio entre ellos generó una segunda cita.

Luego de un tiempo ya había cariño de pareja, entonces la muestra de afecto inicial ya no era suficiente. Una tarde de enero la distancia física entre los jóvenes desapareció en el instante que llegaron al sitio acordado para su cita. Después de pasear en coche y algo de comida, empezó una mezcla de emociones, «magia». Al cabo de un tiempo el coche se estacionó y poniéndose cómodo, el joven mencionó que la muchacha le debía muchos abrazos y besos. Al escuchar esto, encendió la alarma del corazón de ella y con la firme intención de hacerlo, este acto parecía ser algo extraño por descubrir.

Y como si la joven pareja fuera dueña del tiempo, a las horas las convirtieron en segundos. Las miradas fueron lo primero que pudieron apreciar mutuamente. La mascarilla después de todo resaltó una sonrisa en la mirada de cada uno. Él la conquisto con su forma de ser y esas hermosas pestañas que acompañaban unos ojos cafés claros. Por su parte ella llamó la atención del muchacho con características similares, solo que sus ojos eran algo más oscuros.

La lluvia fue la cómplice perfecta aquel día, poco a poco empezó a deslizarse por los vidrios del coche y el incremento de la temperatura dentro, hizo que los chicos empezaran a sentir calor, lo que de una u otra forma los alentó a despegarse de sus mascarillas. Los nervios no estaban invitados a esta escena romántica, pero fueron quienes sin explicación llegaron a «romper el hielo»  y lograron que los muchachos se sumergieran en un primer abrazo. Ya no había barreras, y quedando sus labios al desnudo era fácil concretar un beso.

El contacto físico en ese instante era la muestra de amor más deseada y placentera de experimentar. El pensamiento exclusivo en ese momento era recordar como dar un beso, pero no hizo falta. El abrazo en el que se hallaban, habiendo durado lo necesario, hizo que sus brazos empezaran a despegarse. De pronto sus miradas se encontraron y la adrenalina del momento ocasionó un magnetismo único haciendo que acercaran sus rostros. Embelesados en sus movimientos sincronizados se aproximaron poco a poco, en cuestión de mili segundos sus ojos se cerraron y sus labios hallaron el sentido y la dirección correcta para juntarse.

Los labios se fundieron sin temor alguno y la sensación aunque indescriptible, los llevó a un viaje fuera de lo evidente, entonces la pareja derrochaba deseo y no daba espacio a ninguna pausa.

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