Doctrina para besos (para sección 2)

Doctrina para besos (para sección 2)

Talymuse

22/02/2021

No sabía que ese beso sellaría mi caída. Iván era un hombre que desde que se acercó a mi ya se había alejado. Yo buscaba sustituir mi paternidad frustrada por la muerte de mi padre. Mi padre muerto cuando yo tenía 6 años. No recuerdo besos entre mis padres y mi madre decidió no volver a casarse siguiendo la tradición cristiana y conservadora de las provincias mexicanas. Como éramos católicos nos mandaba al catecismo, me iba caminando con mi amiga Lisset. Ella pasaba por mí y nos íbamos a la parroquia de la colonia para escuchar la incomprensible para mí, celebración católica, yo no deseaba creer y estaba rodeada de fe. Afortunadamente se abrió una grieta. En el catecismo nos adoctrinaban, que María, la virgen tiene el misterio en peregrinación de la Fe. Todavía existe quien está buscando esa maternidad para que los salve. No la encontrarán. Así fue como yo pude escapar del adoctrinamiento. Conocí a Iván cuando éramos estudiantes y con el tuve mis cuartos y quintos besos, besos ya había dado antes, furtivos, algunos detrás de la parroquia con los niños, beso cuando nos casaban en la kermés de la Escuela, besos cuando una vez de niñas jugamos a que nos casábamos con unas vecinas, besos de aprendices. Aprendí a besar con conciencia ya de adulta y vaya que si lo he disfrutado. No me importa lo que digan sobre la alta transmisión de las bacterias. Los besos son el puente para el placer, pero los besos con Iván no concluyeron bien, me di cuenta de que ya no lo quería, era mejor que termináramos de novios a casarnos y no llevarnos bien. Cuando le conté a mamá que había decidido terminar con Iván pareció no agradarle, pensaba más en el que dirán, en que hablaran mal de su hija, que en mi propia felicidad. Lo peor ocurrió cuando mis abuelos que todavía vivían me dijeron: el primer novio que traes a la casa es el único que entra. A falta de mi padre, mi madre dependía mucho de mis abuelos. En una relación interminable y salpicada de desacuerdos tontos, imprecaciones y reproches que se extendía en una cotidianeidad amorfa. Yo detestaba eso. 

Corté con Iván. Me decían que me iba a quedar a vestir santos, que mi reloj biológico peligraba. El acoso sexual en el trabajo con los jefes machistas. Alguien se apiadó de mi y me sindicalizó solo eso consiguió que no me despidieran y que pudiera tener un trabajo digno y servicio médico para poder vivir con dignidad. Me dediqué a cuidar a mamá y no me casé. Cuando miré el filme Pollo con Ciruelas (Poulet aux prunes), de la directora iraní, Marjane Satrapi me identifico con la mujer cuando besa a él hombre, vuelvo y repito esa escena incontables veces porque puedo imaginar que algún día yo seré como Ella.

Sólo son momentos.

No se que lo pide más si mis oídos o mis labios. Los dos se pueden besar muy bien, pero que bueno que no fue Iván. 

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