Yo besé a Norma Jeane.

Yo besé a Norma Jeane.

Yo besé a Norma Jeane Baker, tenía que hacerlo. Debía desmentir al Tony con la prueba irrefutable en mis manos, bueno, en mis labios.  Después de ver en el Cine Arte la muestra de la película «Con Faldas y a lo Loco«, en la Semana de Marilyn.

Fue Luis mi amigo, quien me lo dijo, al salir con rumbo al bar donde continuaríamos la celebración a la diva. 

— ¿Sabes que dijo Tony Curtis de ese beso?

— No.

—que besar a Marilyn Monroe es peor que besar a Hitler

— ¿En serio?… que bocazas. Será que ese tipo ya probó los besos de Hitler.

— También dijo otras cosas de ella. 

—De las mujeres no se habla.

Entre tragos y actos alusivos a Marilyn fue pasando la noche. Ya a las tres de la madrugada la vi salir al escenario, restregué mis ojos y volví a mirar. Allí estaba ella, rubia y sensual, hermosa y divertida, cantando «I wana be loved by you»

Todo mi ser se estremeció cuando sentí su mirada, cálida, entregada, como si buscara en mí respuestas. Como si la forma con que yo la miraba, fuera ese soporte que necesitaba para asirse a la vida. De mi vista desparecieron todos, público, músicos, hasta mi amigo. Su voz ejercía tal sortilegio. Sinuosa fue acercándose, eliminando los olores a tabaco que corrompían la sala e impregnándola de su fragancia hormonal, combinada a su  Chanel N° 5.


Me levanté, ella me tendió la mano. Besé sus dedos, aún cantaba. Luego me abrazó e instó al baile. Mi mano libre se apoyó en su cadera, su mejilla se unió a la mía, su voz atravesó mi ser.  

—Tony dijo que…—alcance a decirle y ella puso un dedo en mis labios.

—Tony dice muchas cosas, no importa. él sólo conoce a Marilyn, no a Norma, Norma Jeane Baker.

Nuestros labios se fueron deslizando por las mejillas hasta encontrarse. Cerré los ojos, todo era calidez, pasión, amor. Y lo digo, porque así lo sentí. es más, no hay otras palabras para describir tal momento. Como un sueño, interrumpido un instante cuando triste me pidió.

—Llévame contigo, ahora, que Arthur está en el camerino.

Y lo hicimos, atravesamos como locos la ciudad tomados de la mano, repitiendo el beso en cada esquina, en cada plaza, hasta que no pudimos despegarnos.

Juanito, despierta. Tenemos trabajo —La voz de Luis retumbaba en mi cerebro como si estuviera en una caverna. Dolía.

—¿Y Marilyn?, perdón Norma  — atiné a preguntar cuando las borrascas de mi cabeza comenzaron a disiparse.

—Si te refieres al afiche que te robaste del bar cuando saliste corriendo como loco, lo tienes debajo de la almohada, arrugado y lleno de babas de borracho.

Narré a Luis, lo que había pasado y es que aún tenía la sensación de sus besos en mi boca, de sus caricias en mi cuerpo. De su fachada como Marilyn y su tragedia como Norma. Él solo sonreía.

—Estabas borracho, Juanito. 

No podría convencerle, no tenía argumentos. Lo cierto,  Tony era un charlatán y yo besé a Norma Jeane, lo juro.

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