DEBUT Y DESPEDIDA

DEBUT Y DESPEDIDA

«Debut y despedida, con los Ángeles Negros», anunciaba una voz masculina por la radio mientras ella conducía. El título de la canción le traía reminiscencias del pasado. Habían pasado muchos años desde aquella intensa e inesperada experiencia  de la que a la fecha se sentía satisfecha con el resultado final, Llegaban claramente las imágenes de aquellos sucesos

Todo empezó cuando se graduó con honores. Esto le abrió puertas para participar en un importante proyecto. Todos los integrantes convocados eran brillantes en sus áreas y fueron elegidos de entre cientos de aspirantes.

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Para iniciar actividades la empresa decidió formar grupos de trabajo. En el grupo de ella había otros 4 participantes entre los cuales le llamó la atención uno en especial. Al ser presentados una extraña sensación la estremeció, le pareció que era muy varonil y atractivo. 

Al paso de los días se percibía una agradable integración del equipo pero además era notoria la empatía que  había surgido entre ellos.

Las actividades que les asignaron requerían de una constante interacción y esto los mantenía en estrecha comunicación, lo que facilitaba largas pláticas y frecuentes encuentros.

A través de la convivencia estas charlas se convirtieron  en intercambio de revelaciones de índole personal. Se confiaron que tenían relaciones estables, bien cimentadas y que sus intenciones eran mantenerlas  así.  Algo que no se atrevieron a confesar fue que su estrecha convivencia los estaba llevando a terrenos peligrosos.

         Al paso del tiempo la atracción era significativamente más fuerte de lo que ambos se hubieran imaginado. Sabían que estaban arriesgando la estabilidad de sus matrimonios y decidieron espaciar sus encuentros.

Esto no fue suficiente pues en cada encuentro se ponía de manifiesto la inquietud y desequilibrio que les provocaba el tener un inesperado roce de manos o un acercamiento muy estrecho.  Cuando sus miradas se encontraban de inmediato se ruborizaban pues los dos sabían el deseo interno de dejar fluir ese torrente de emociones que ya era casi imposible detener. Era como un auto sin frenos bajando por una pendiente. Sin embargo,  especialmente a ella, le detenía el pensar en lastimar a la persona que amaba y que tanto la había apoyado.
Una mañana fueron citados fuera de las instalaciones para presentar el avance del proyecto. Coincidentemente llegaron poco antes de lo acordado. Al intercambiar las convencionales palabras de salutación con evidente nerviosismo se atropellaban al hablar. Ninguno de los dos lo pensó ni lo dudó. Instintivamente se abalanzaron fundiéndose en tan
deseado y esperado desfogue de sentimientos. Eran un volcán en erupción, El ansiosamente busco sus labios y ella correspondió de inmediato culminando en un beso eterno y apasionado.

Fue un beso en el que se entregaron sin reservas, sin miedos y sin culpas. Fue el preciso instante en que se olvidaron del mundo por un momento.

Cuando pudieron recuperarse se miraron sorprendidos ante lo inesperado de lo sucedido.

Ella con lágrimas en los ojos,  le sonrió con una mezcla de ternura y nostalgia y con voz entrecortada murmuró:

He presentado mi renuncia.

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