Me enamoré perdidamente de él cuando lo vi tan vulnerable, le ayudé por varias semanas alimentándolo sabía que los míos me darían la espalda si se enteraban que estaba ayudando a un demonio. Ya había roto todas las reglas de la luz y no me importaba mientras estuviera a su lado.
Nunca me imaginé que acto tan desinteresado de mi parte me llevaría a convertirme en nada, mis antepasados contaban leyendas sobre los demonios, que se alimentaban de todo lo que les provocará, fui ingenua…
Cuando estuvo lo suficientemente fuerte rompió los grilletes que lo encerraban en aquella cueva, a veces hablábamos me pedía acercarme, pero nunca lo hice no sé si por miedo o porque en el fondo intuía que aquello terminaría mal para mí.
En el reino del cielo estaba prohibido todo contacto los ángeles solo teníamos la misión de ayudar a otros en la tierra, él me provocaba sus ojos negros y su figura semihumana. Mis pensamientos estaban manchados de pecado me fue imposible volver a mi reino y me quede ahí en el limbo cuidándolo… Ese día abrí mis ojos y me observaba tan cerca mío que si alguna emoción humana poseía juraría que fue una excitación terrible.
Su respiración se cruzó con la mía, invadió mi espacio y yo quería más de esa oscuridad, me toco el rostro con sus dedos huesudos y las garras se deslizaron por mi mejilla hasta llegar a mi cuello. No quería moverme, me susurro en el oído algo que me provoco un escalofrió “ahora y por siempre mía serás”
con aquella voz áspera y ronca.
Asentí dándole permiso a que me corrompiera y entonces sus labios rozaron los míos, primero fue lento suave como si aquella criatura conociera mis deseos más profundos, sin darme cuenta mis manos presionaban su rostro pidiendo más, su lengua invadió mi boca un sabor salado persistía.
Emití un gemido cuando sus garras se clavaron en mi espalda, no me dejo separarme siguió besándome con tanta vehemencia que el dolor que me provocaba era imperceptible.
Me había invadido por completo ya no era más luz él siguió aferrado a mi cuerpo a mis labios y cuando termino conmigo se levantó dejándome en un rincón, se pasó la mano por la cara y se chupo los dedos.
Nunca nos separaremos ahora formo parte de sus entrañas…
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