Los besos que te robé

Los besos que te robé

Ana Mil Días

08/02/2021

–¿Conocéis este mural? – preguntó la profesora mientras cargaba una foto en el proyector –  Se llama «El mundo nace en cada beso” y está en Barcelona. Nosotros vamos hacer una réplica. Cada fragmento estará formado por una cartulina con la historia de un beso. Luego, los alumnos de artístico se encargarán de unirlas en un dibujo. Hoy escribiremos brevemente sobre el beso que vosotros decidáis compartir: El último, el primero o el que nunca distéis y os gustaría haber dado. El que no debisteis dar. El que presenciásteis sin querer, o el que no podéis recordar. El que quisiérais olvidar. O el que continuáis esperando. El más dulce, o el más amargo. El que os robaron o el que robásteis. Todos ellos serán anónimos cuando montemos el panel.

Hugo
Mi padre dice que es imposible que yo recuerde esta escena. Que era demasiado pequeño, comenzó Hugo, pero yo recuerdo nítidamente estar sentado en la sillita de niños del asiento trasero del coche,  cuando de pronto,  subió una mujer. Hablaron. Recuerdo que ella sólo llevaba unas llaves… y que a mí me llamaba la atención el sonido de su llavero cuando lo movía entre sus manos. Mi padre, frío. Ella, muy dulce. En mitad de la conversación, ella le besó y se marchó. Hace unos días,  empecé a leer La sombra del viento.   En su interior encontré una nota: Lo siento, Te quiero, Te echo de menos. «Olvidó» devolverle el libro. Nunca se la entregó.

Diana
El beso del que voy a hablaros es de un beso olvidado. Un día Quique y yo nos escapamos del centro. Y supongo que ese día, cerca de la playa, o en algún parking, nos besamos por primera vez. Pero lo he olvidado. Yo, que lo recuerdo todo. Y a mí, que siempre me sobran las palabras.

Elías.
A mi hermano le salía siempre una pequeña herida en el labio inferior, comenzó a contar Elías. Una mañana de Diciembre, yo estaba esperándolo en el parque de bomberos.
—¡Ah, por cierto sí tengo tu regalo!-le dijo sonriente una chica.
—Es precioso, cielo. Pero te has equivocado de talla, yo soy una L- se rió él.
– Ay, si es verdad. Si éste es el de mi marido, ahora te doy el tuyo.
Y le volvió a besar, mordiéndole el labio, como hacía siempre.


Julián
Quedamos sobre las once en la puerta del instituto donde me recogerían los colegas.
Paró un coche. Estaba iluminado y las luces de la entrada del IES apagadas. Por eso pude observar claramente lo que ocurría sin ser visto. Tras marcharse el que había ido de copiloto , una chica que iba el asiento trasero, se sentó en borde para estar muy cerca del conductor. Le besó.
Y ahora, cuando esa profesora explica algo en clase de lengua- continuó Julián sin dejar de mirarla- y ese profesor nos da lecciones de historia, no puedo evitar pensar, que se dejen de tanto rollo, y que nos empiecen a dar apuntes sobre cómo besar así.

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