No es bueno que el hombre esté solo

No es bueno que el hombre esté solo

Adán se despertó de la siesta con pereza y una sensación de angustia. Mientras se incorporaba lentamente sintió una molestia en el pecho. Se miró y advirtió una cicatriz que le atravesaba el cuerpo de lado a lado. “¡Qué está pasando acá!”, gritó, sabiendo que su pregunta era inútil, pues él era el único humano de La Creación y, por lo tanto, solo él habitaba el Edén. Había animales, claro, pero no le pasaban ni cinco de bola.

Sin embargo, en seguida lo sorprendió una vocecita cautivadora:

─Hola Adán, soy Eva, mucho gusto, y ¡gracias por la costilla!

Medio a los tumbos, el hombre se incorporó y observó por vez primera a la primera mujer, olvidando sus dolores. “¡Qué buena está!”, pensó, a pesar de que no tenía con quién compararla. Le extendió la mano para saludarla y ella le correspondió inaugurando los apretones de manos.

El saludo se hizo extenso, inquietante, moroso… Una agradable corriente sensual circulaba de cuerpo a cuerpo, crecía paulatinamente y se hacía más intensa y urgente en las proximidades de las zonas pudendas dispuestas por La Creación para despedir líquidos ya procesados e innecesarios. Entonces se oyó un “Mmmmm” admonitorio desde las alturas y rápidamente soltaron sus manos y se apagó la corriente.

Durante un tiempo deambularon tranquilos, reprimiendo atracciones y evitando contactos físicos: Eva observaba y Adán le iba presentando los animales del vecindario paradisíaco:

─Este es un perro, buen amigo; ese es un gato, y lo que está corriendo es una paloma; aquel, un australopiteco; allí abajo, las hormigas, ¡no las pises!; ese grandote, un mamut, muy rico a las brasas…

─Y eso, ¿qué es?─ preguntó Eva mientras señalaba a una serpiente enroscada en un árbol.

─Eh… no, dejá, mejor que no la conozcas por ahora.

Qué mejor estímulo para Eva que la negativa de su compañero.

─¡Es que quiero saber!─ insistió Eva poniendo unos morritos cachondos que sedujeron a Adán.

─La serpiente… es la serpiente, pero tratá de no mezclarte con ella porque es de lo más jodida.

De nuevo: qué mejor estímulo que la negativa… (es que, de entrada nomás, al hombre le costó comprender a su dama). Eva insistió, y Adán, resignado, las presentó:

─Señora víbora, le presento a Eva, mi… eh… mi…

─¡Su mujer!─ completó Eva, con orgullo y sentido de posesión, porque lo que realmente quería decir era: “¡Ni se te ocurra, zorra, este es mi hombre!”

“Conque esas tenemos”, pensó la sierpe, que presentía su pérdida de poder, y acto seguido deslizó la cabeza por el torso de Adán en una caricia felina que decía “yo lo conocí primero”.

Eva, enfurecida, le pegó semejante manotazo que la desplazó a otro árbol, luego dio otro manotazo a las hojas de parra que cubrían su propio cuerpo y se abalanzó sobre Adán, colgándosele del cuello con las piernas abrochadas al cuerpo y encendiendo de nuevo la corriente con todo su voltaje, le buscó la boca y le estampó el primero y más largo beso de la historia.

Nueve meses después apareció Caín.


Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS