Nunca existió una leyenda más viva y de más culto que la de el beso entre Escarlata O’ Hara y Rhett Butler. Eran personajes que habían vivido la guerra de secesión, la habían sufrido , la habían vencido y se habían colado en nuestra infancia, nuestra juventud llenando de picardía y emoción toda nuestra vida.
«Lo que el viento se llevó» : la historia de Margaret Mitchell ha trascendido varias generaciones . Cada hombre y cada mujer vive el romance de Escarlata y Rhett con una mezcla de admiración y deseo, una libertad nueva e irrepetible, una escena que revolucionó el cine romántico y en definitiva consagró a la gran pantalla como medio de expresión de sentimientos y andanzas del alma. Una época de esplendor de los estados sureños, una marca de rebeldía, maldad, traición y amor. Si, amor, pasión y lo que envuelve a ambos en una cinta que convirtió cada plano en una mítica forja de expresión amorosa aunque también de odio y rivalidad.
Una historia de debilidad y de fortaleza. La caida y el resurgir de un nuevo Estado, y por encima de todos ellos un beso con el que aguantamos la respiración y que nos conduce inexorablemente a unos días que no volverán.
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