El último beso.

El último beso.

Mao Guerrero

13/03/2021

Ese día fue el que nos dijimos adiós para siempre, fue nuestro último encuentro, nuestra última charla, nuestra última conversación; ese fue el día de nuestra despedida, sabía que, ya no vería más su rostro, tampoco volvería a escuchar su voz, que ya no tendría, ni sus bendiciones, ni sus consejos, que tendría que aprender a vivir sin su compañía…era la segunda vez en 18 años que la vida me daba ese golpe bajo que todos debemos esperar. Sin molestarnos o maldecir, esa es la cita que nunca falta, que sabemos que vendrá, aunque no queramos recibirla…su cruel presencia nos saca de contexto, nos arranca sin piedad lo que más amamos, pero nos enseña a valorar lo que queda y añorar cada día lo que ya no está.

Tengo tantos momentos atrapados en mi mente, hay tantas remembranzas en mi corazón, llevo tanta tristeza que me marcan el alma; he aprendido a abrazar el dolor, a reír sin ganas…a vivir como vaya el tiempo, aquel fatídico viernes 30 de marzo del 2018, la muerte se llevó a mi gran amor, mi inspiración, mi roca, mi amiga…se fue mi madre de este plano, en segundos comprendí porque las esperanzas se nos va como el agua entre los dedos, partió de mañana antes de que el sol despuntara el amanecer, el aciago destino nos permitió un último café, una pequeña charla, su ritual de aseo también sería lo último que haríamos juntas. Le pedí que no me dejara, que nos faltaba tiempo, que necesitaba miles de respuestas a tantas dudas e inquietudes que daban vueltas en mi cabeza.

De repente y como por arte de magia, entendí, que no podía retenerla más a mi lado, porque simplemente ella quería regresar con sus afectos, con sus conocidos, con esa familia que tenía tanto tiempo sin ver; con los suyos, entendí entonces que mi tiempo a su lado ya tenía fecha de vencimiento o peor aún había caducado. Ese día le dije adiós, renuncie a su amor, ese que me acompaño por muchos años, 46 años, 7 meses y 18 días para ser exactos; ese que forjo mi carácter y forma de ser.

Así son las despedidas, llenas de emotividad y nostalgia, llenas de dolor y tristeza, es extremadamente desgarrador recorrer ese tramo hacia la iglesia al lado de mis compañeros de vida (mis hermanos), pues por un brevísimo espacio de tiempo cada una de las diferencias presentes en todos nosotros se desvanecieron en el aire, para unirnos como un todo. Pero el momento más amargo es cuando camino al cementerio para su cremación, la costumbre te regala una despedida final, es cuando entiendes que todo llego a su fin, es cuando reconoces que llega el momento de cerrar los ojos para evitar que escapen más lágrimas, apretar los labios y darle ese último beso que encierra un “Te Amo, Mamá, nos veremos”. Señores nos guste o no es el último beso que nos regala la vida, ese es el beso de la despedida.

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