El sabor del amor

El sabor del amor

Regina Magavaz

30/01/2021

Es 14 de febrero, el tren está congestionado y a Hotaru no le sorprende.

Sin embargo, no puede hacer nada para evitar que las parejas melosas se le acerquen. Se ajusta la mascarilla al rostro e intenta concentrarse en algo más que en los muchachos de la butaca frente a la suya. Se dedican unos ojos de dormitorio, entrecerrados, hambrientos; agazapados a la espera de una señal para indicarle al cuerpo que está permitido devorarse las bocas.

Un escalofrío recorre su cuerpo estático, que no evita que su mente se entretenga en los fragmentos inconexos de aquella noche. El cubículo del baño de aquel bar de mala muerte, iluminado tenuemente por una luz neón rosada, que se sentía pequeño al estar ellos dentro. Hotaru, con la espalda como magnetizada contra la pared, las manos de artista de él navegando por el oleaje de su falda. 

La boca de él pintando la suya, la sensación de los rizos negros (¿o quizá morados bajo los reflectores?) que cosquilleaban las palmas de sus manos, la creciente presión de él apoyándose sobre su vientre, una canción desconocida de electrónica que parecía pulsar a través de las paredes grafiteadas y que interrumpía sus jadeos acalorados.

Ay sus malditos labios…

Hotaru sacude su cabeza. Una mezcla entre tristeza y decepción gorgotea en su estómago; se había prohibido pensar en ese canalla.

Desliza su mirada a través de las distintas publicidades repartidas a lo largo del tren. No obstante, solo una capta su atención; es una marca de snacks que ofrece sus distintos productos. Uno ellos, con empaque rosado, muestra una galletitas de wafer con sabor «amor».

¿A qué sabe el amor según ellos?

¿Acaso sabe a una mezcla a base de fresas, frambuesas y cerezas, y es por eso el color cliché? Quizá el amor tiene un sabor a vainilla, con toques de clavo de olor y almendra. O quizá sabe a bollería, Brandy y avellanas.

Quizá el amor sabe a una mezcla de todo. 

A veces sabe a maracuyá, con la siempre presente caléndula para curar los cortes por el frío; sabe a parrillada en un día soleado, que deja un regusto a sal, sudor y humo, a la combinación de la manzanilla y el polen, que se siente al caminar entre el jardín botánico. Labios que saben a brisa marina, al estar sentados con las piernas colgantes en el malecón, con regusto a algas, a pescadito frito, a la piña y el coco del protector solar. Un beso tierno que sabe ligeramente a chocolate tras entregarse en la cama, un sabor que intenta ser sutilmente camuflado con las rosas del desodorante. Besos carbonatados de té alpino, de las palomitas de mantequilla en la cine. Sabor a la fragancia que exhala la hojarasca al saltar sobre ella, besos que saben a amarillo, naranja, rojo. Besos perezosos con sabor al calor que desprende el hogar, regusto familiar a libros y a un humeante brownie con canela.

Hotaru sacude la cabeza y se ajusta la mascarilla para evitar lloriquear. 

Le duele pensar que el amor sabe a él. 

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS