Besando tu alma.

Besando tu alma.

Enar Poco

29/01/2021

¿Por dónde podría comenzar? ¿Me creerían si les dijera que alguna vez estuve en la luna? ¿ Y que he tocado el cielo y las estrellas? Probablemente no, pero debo decirles que ninguna de estas cosas iguala aquel beso, no fue el primero, pero sí el más esperado. Mi nombre es Yago Arrieta y esta es mi historia, o mejor dicho la historia de aquel beso que cambió por completo mi vida.

Era julio y la lluvia era inminente en el sur argentino, de todos modos, fui a su casa a la hora que habíamos acordado, el bosquejo del trabajo nos llevó poco de dos horas, y cuando menos lo imagine, nos encontrábamos bebiendo cerveza en su habitación, ambos recostados en el suelo, sentía como nuestros brazos se rozaban, como sus dedos comenzaron a jugar con la pulsera de mi muñeca.

-¿Cuanto tiempo mas vamos a fingir Yago?- me pregunto mientras se recostaba sobre su brazo derecho y fue en ese momento que lo comprendí, bajo la inminente mirada de sus ojos celestes, los cuales quería admirar por horas, pero si no afrontaba mi realidad eso se perdería, casi como un suspiro en el viento.

Sin siquiera pensarlo tomé su rostro, su nariz acariciaba la mía casi como en un vaivén adictivo. Mis labios se acercaron a los suyo, su respiración chocaba de manera frenética con la mía, sus labios estaban húmedos y sabían a alcohol, pero nada de eso importó, su lengua jugaba con la mía, al comienzo fue tan suave, tan único, nos tomamos el tiempo de rozar, de sentirnos. Muchas veces busqué la manera de explicar aquella sensación, pero creo que nada en este mundo, ni en el universo, se podría comparar a la sensación de un beso que se espera, que se anhela, que se necesita.

Nuestros corazones latían con ferocidad, el beso se intensificó cuando Valentín tironeo de los cortos cabellos de mi nuca. Recuerdo a la perfección el olor que emanaba su cuerpo, la manera en que sus manos me acariciaban, como se erizaron mis bellos al sentir las yemas de sus dedos. Si alguien me hubiera avisado lo que sucedería aquel viernes, me hubiera reído en su cara, pero sucedió, como suceden aquellas cosas que cambian por completo tu vida, piensas que no lo harás, hasta que el deseo se vuelve más fuerte, a tal punto que sientes que el aire dejará tus pulmones para siempre si no lo haces.

No puedo evitar pensar que tal vez siempre lo supe y mi mente se encargaba de reprimir. O quizás el problema fue que siempre creí que se besaban los cuerpos, cuando en realidad las que se besan son las almas. Sin separar nuestras bocas se subió arriba mío, nos movíamos en una danza que solo nosotros dos entendemos, generando fricción en los lugares correctos, haciéndome entender que, no importaban ni los años que pasaran, ni los obstáculos que se presentarán, yo siempre volvería a ese beso, a él, a Valentín, a un nosotros.

Elliot y Lucas. SKAM FRANCE

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