CARMEN Y LOLA

“Er mundo de lo gitano e mu complicao, tenemo nuestra propia leye, son leye no ezcrita  pero aceptá por toa la gente calé, que na tie que vé con lo payo.

Er papa y la mama de do niña gitana nunca van a consentí que se líen ni questén enamorás.

Y eh que la gitana por no podé, no pué tené ni sueños”

Cuando Carmen y Lola, las dos gitanas, se conocieron en un mercadillo de un barrio de Madrid, las dos quedaron prendadas una de la otra, pero mientras Lola siempre supo que se había enamorado, porque ya había aceptado su homosexualidad, Carmen se negaba a aceptarlo. Ella tenía novio, ya sus padres la habían arreglado con un chico, por supuesto, también gitano e iba a ser pedida con la consiguiente fiesta donde sellarían el compromiso.

Carmen buscaba a Lola siempre con el pretexto de fumar un cigarrillo, luego se llevaba el paquete, encontrando así el motivo de un nuevo encuentro. Mientras fumaban se contaban sus proyectos, Lola quería estudiar para maestra y Carmen quería ser peluquera, eso sí, sin estudiar. La amiga le quería convencer de lo contrario y ella le preguntaba como era el colegio porque ella nunca había ido, tampoco al colegio de Lola iba ninguna otra chica gitana.

Cuando Lola contó a Carmen que le gustaban las mujeres, esta le preguntó cómo era eso de ser boyera, pero a su amiga no le gustó el calificativo y le dijo que no se lo dijera. Luego le preguntó si había besado alguna vez a una chica.

—¿Tú has besao arguna ve a una muje?

—No.

—Entonce, ¿cómo sabe que te gusta?

—Y si tu nunca has besao a una chica ¿cómo sabe que no te gusta?

Tras esta conversación de puro flirteo, Lola se acerca a Carmen y le da un beso, en el que apenas le roza los labios. Ella no quiere admitir que le ha gustado y reacciona diciendo que no ha sentido nada, la otra admite que ha sido una mierda de beso.

—Ha sio una mierda de beso, porque yo no te lo dao, porque yo beso mu bien.

A partir de ahí, sobran las palabras, las dos unen sus bocas, sus lenguas juguetean, sus dientes se tocan, sus labios de seda se funden en un beso que la pasión desborda. Es el comienzo de un amor prohibido que ellas mantienen oculto. Las dos hacen planes compartidos, sueñan con estar en un lugar frente al mar, siendo empujadas por las olas, sumergiéndose bajo las aguas una en los brazos de la otra. Cuando nadie las ve una baila para la otra, ronronean como palomas en una libertad inventada en el escondite de una casa abandonada.

Un día cuando estaban besándose son descubiertas. Se desencadena un drama en sus familias. No pueden aceptarlo, primero piensan que están poseídas, luego enfermas.

Cuando van a separarlas, ellas huyen juntas buscando el mar que sólo habían visto en las películas.