Era una noche fría y oscura, donde no se asomaba más que mi desolado deseo de poder tenerte entre mis brazos, para tener la excusa perfecta de tomar un beso de los más perfectos labios…
Fueron las últimas palabras que describía el deseo impetuoso de un joven apasionado, el cual la vida le había sido arrebatada esa misma noche, por un virus que ahora nos aleja de los más bajos instintos de la naturaleza humana, que nos aleja de la simple expresión amorosa, como lo seria un beso.
Una joven, llora la perdida de su amante impetuoso, y aunque moría por acompañarlo y cumplir su deseo, su libertad había sido privada, de tal manera que atravesaba una profunda depresión, tal pérdida había sido demasiado pesada, para poder cargarla y ahora su vida no tenía motivo aparente para seguir.
Porqué Dios apartó su mirada de mi? Repetía constantemente, mientras lloraba sigilosamente, en su habitación. Habitación en la cual se percibía el deseo de no seguir viviendo, el deseo de poder besarlo una vez más.
Puedo ver su rostro en mis sueños, aún cuando estoy en la realidad puedo sentir su tibia presencia, escuchar su dulce voz, sentir sus manos acariciando mi rostro, sentir su deseo de acompañarme y besarme por la eternidad.
Ahora estoy en este hospital, hundida en mi tristeza, sin que nadie me acompañe, donde la muerte hace un festín con las vidas que atraviesan por estos pasillos, que amargo será perder mi vida en este lugar, pero nada se compara a nuestra despedida sin un beso.
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