El beso de la necesidad

El beso de la necesidad

Saqué mi pequeño bote de agua, despacio quité la tapadera y vi como aquel pequeño niño lamía sus labios, unos labios que reflejaban la dolorosa vida que llevaba, labios reventados como sus manos, rotos como su alma y unos cuantos pellejos secos se notaban a simple vista.

El niño empezó a babear, se le notaba cansado, demacrado. Sus ojos hundidos suplicaban ayuda, quizá tenia una posible anemia o cualquier otra enfermedad de la que yo no tenía ni idea. El pequeño miraba el agua como si fuera lo más bello que hubiese visto en su vida.

Extendí mis perfectas manos a las manos descuidadas del pequeño, al igual que sus labios, estaban desechas, sucias, llenas de sudor y llena de durezas, aquellas marcas no eran más que el reflejo de un niño al que la necesidad le había arrebatado su infancia.

—Muchas gracias, espero le haya servido mi ayuda para su reportaje —. Noté como el niño se encontraba mareado, sus parpados se abrían y cerraban con dificultad. Los fuertes rayos del sol golpeaban su espalda y no le daban ninguna tregua. La ropa vieja y desgastada no le ayudaba en lo absoluto, sólo hacía sentir más fuerte el calor.

Henry llevó la botella con agua hasta su boca, metió la lengua en ella y la saboreó como si se tratara de un exquisito manjar, lo que para algunos puede ser algo normal, para otros puede ser un sueño, más en una comunidad donde el agua es escasa y lo que más abunda es la pobreza. Para Henry, aquel poco de agua era su vida.

Inclinó un poco el bote y cuando sus labios estuvieron a punto de besar el agua, Henry cayó al suelo, al mismo tiempo que el bote lo hacía. No pudo dar aquel anhelado beso, Henry había visto el agua como si se tratara de la chica más hermosa que vio en su vida, pero a la vez tan inalcanzable que fue incapaz de siquiera besarla.

Intenté sujetar al pequeño antes que cayera al suelo; pero no pude. No podía creer la crueldad que había hecho. Henry estaba muerto… Mi necesidad de ganar dinero con mi reportaje me llevo a aprovecharme de una persona más necesitada que yo.

Pasaron meses después de la muerte de Henry y me di cuenta que el niño había muerto por causa del cólera, una enfermedad muy común en lugares donde hay poca salubridad; sin embargo, su recuerdo era constante en mi mente y nunca sacaría de mi cabeza que yo había colaborado para que él muriera. Gracias a su ayuda había escrito el mejor reportaje de mi vida, pero había dejado una historia inconclusa que jamás seria capaz de terminar: la vida de Henry.

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