Aquella ilusión

Aquella ilusión

Bluebird Kiang

28/01/2021

Mis ojos están pendientes a cada segundo que pasa del reloj.

Mis oídos están agudizados para escuchar el más mínimo ruido.

Mi piel está erizada, impaciente por saber.

Mi boca está reseca de esperar durante horas.

Mi nariz está con la respiración ralentizada, evitando hacer sonido.

Mis sentidos están alerta, preparados para ir todos a una a la primera novedad.

Están a la espera de sentir las llaves en la cerradura, la puerta abrirse lentamente, tus pasos dirigirse al salón, tu mirada posarse sobre mí.

Mi corazón sigue esperando que aparezcas y me abraces como antes, cuando todo estaba bien.

¿Cómo le explica entonces mi cerebro, borracho de dolor, que no vas a volver?

¿Cómo le explica las imágenes que tuvo que presenciar el pasado viernes?

¿Cómo le explica… Que ya no existes?

Te encontré en el pasillo, boca abajo, sin moverte. Había sangre por las paredes y en el suelo. Me acerqué corriendo y cuando te di la vuelta vi un agujero en tu mandíbula. Tu mano izquierda todavía sujetaba la pistola, una Beretta 92. Claro, la agarrabas sin fuerza.

El shock fue demasiado fuerte. No podía llorar. Nada, no sentía absolutamente nada.

Unos pasos me sacan de mis recuerdos. Levanto la mirada y ahí estás, apuntándome con la misma pistola, aquella que te arrancó de mis brazos.

—Dispara, yo ya he muerto —musito sin ganas.

En ese momento me doy cuenta. No eres tú, es otra persona de la que desconozco el nombre. Bueno, últimamente veo tu rostro en todo lo que visualizo.

Escucho el gatillo accionarse y todo acaba.

¿Acaba?

No, no termina. Corro por un pasillo oscuro, dirigiéndome a la luz del final. Cuando llego, tú estás ahí. La emoción me puede y te beso como nunca lo he hecho. Las lágrimas caen de nuestros ojos al compás, como si se hubieran puesto de acuerdo.

—¿Recuerdas nuestro primer beso? —me preguntas, y yo asiento.

—Fue en aquella puesta de sol en el paseo marítimo, ¿Cómo podría olvidarlo? —vuelvo a besarte, sintiendo cómo aquella primera vez, tan lejana que se me hacía, volvía a sentirse tan cercana.

No. 

Eso no pasó nunca. 

Mi cerebro vuelve a jugarme una mala pasada. Tú y yo nunca tuvimos algo, se quedó en el aire el interrogante ¿Y si…?, causando que termináramos alejados. La imaginación juega malas pasadas, causando llantos y emociones negativas. 

Hubiera querido besarte como en mis sueños, como en mis idílicas ensoñaciones de adolescente. Fuimos, por desgracia, un casi que dolió todavía más cuando no llegó al final de ese casi

El amor es como una mentira disfrazada de verdad, una tristeza bajo una capa de falsa alegría. No te esperas que te haga daño, y cuando lo sabes, aceleras para que el golpe llegue antes. 

Sólo que a veces el golpe no llega. 

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