Montijo,
3 de Noviembre de 2004
Estimada Sra. Encarna:
Perdone usted el atrevimiento de escribirle yo esta carta, no quisiera ofenderla ni que se pensara que yo tuviera alguna mala intención en ello, sino que por el contrario quiero decirle con todos mis respetos que me parece usted una mujer muy guapa y buena persona y que me gustaría tener la ocasión de volver a verla pronto y que pudiésemos conocernos mejor. Me ha dado su dirección su amiga Reme, a través de Juan Carlos y Fernanda, el matrimonio de Cuenca, que también son amigos míos. Me llamo Francisco Lozano, el de Montijo, no sé si usted se acordará de mi; hace un mes coincidimos en el viaje del Inserso a Fuengirola en el hotel Bellavista, la saqué a bailar el último día el pasodoble «viva el vino y las mujeres» de Manolo Escobar, yo llevaba una camisa azul celeste, no sé si lo recuerda, estuvimos hablando de los hoteles de Benidorm que habíamos conocido con el Inserso.
Soy viudo desde hace quince años y maquinista de la Renfe jubilado desde hace veinte. Aunque vivo solo me las apaño muy bien, soy una persona ordenada y sé hacer de todo, cocinar y planchar, pues vengo de una familia donde todos los hermanos arrimábamos el hombro en la casa, además de haber cuidado a mi mujer con todo mi cariño y dedicación durante tres años antes de que falleciera. No soy fumador ni bebedor, aunque con una buena comida no rechazo un buen vino, con moderación. Tengo mi casa pagada y los dientes arreglados (decía un amigo mío que en paz descanse que había que llegar así a la jubilación) así que tengo pocos gastos y la pensión me llega bien. Tengo dos hijos que hacen su vida y viven los dos en Madrid, un chico y una chica, me han dado tres nietos que son mi alegría cuando los veo, pero a veces me siento solo y pienso que todavía nos queda a nuestra edad mucha vida que vivir y que teniendo salud y ganas hay que aprovechar de la vida todo lo que se pueda.
Encarna, Desde que la vi la primera vez en el bufet hice todo lo posible por cruzarme con usted; para mí ha sido la ilusión de todos los días verla entrar en el comedor, cruzármela en el paseo, coincidir en el ascensor y bailar con usted ese pasodoble que ya para siempre quedará en mi recuerdo. En todo el tiempo que llevo viudo no me había interesado otra mujer, nunca hubiese imaginado que a mi edad estaría escribiendo esta carta pidiéndole relaciones.
Desde que volví de Fuengirola ya no soy el mismo pues veo una cosa bonita en una tienda y pienso «esto le gustaría a Encarna», cuando voy al baile del Club y ponen un pasodoble me digo «ésta la bailaría con Encarna» y así estoy todo el día, con su nombre en la cabeza. Antes era un hombre solitario, ahora me paso el día imaginando cómo sería compartir mi vida con usted: me veo haciéndole el zumo de naranja por las mañanas, yendo juntos al mercado a mediodía y tomarnos después una cañita, echar una cabezadita uno en cada butaca con el telediario, después de comer. Ir por las tardes al Club, hacer excursiones y todos los viajes que podamos con el Inserso, mientras el cuerpo aguante.
A estos sueños quisiera que le diésemos una oportunidad. Creo que tenemos muchas cosas en común, por lo que pude ver en Fuengirola: a los dos nos gusta comer sano (me fije en el bufet), nos gusta pasear después de comer y nos gusta bailar el pasodoble. Hasta tenemos amigos comunes. Creo que podríamos ser buenos compañeros de viaje en esta etapa de nuestra vida, Encarna, si algo me han enseñado los años es que los buenos momentos hay que aprovecharlos y que una cosa así no pasa todos los días. A mi me pareció que yo le caía en gracia y por eso me atrevo a escribir esta carta, espero no ofenderla y que me conteste con sinceridad, yo respetaré lo que usted decida.
Espero se encuentre bien de salud y coincidir de nuevo en algún viaje del Inserso, aunque fuese como amigos. Yo ya tengo reservado el viaje de Semana Santa a Matalascañas, me dijeron los de Cuenca que usted pensaba ir. Ojalá sea así, y pueda volverla a ver pronto.
Quedando a su entera disposición, con todo mi cariño y respeto,
Francisco Lozano Herrero
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La Caleta, 21 de Noviembre de 2004
Estimado Sr. Francisco:
Ha sido una gran sorpresa recibir su carta, cómo no me iba a acordar de usted y de aquellos estupendos días en Fuengirola que no puedo más que recordar con cariño, pues los viajes del Inserso son de las pocas ilusiones que me quedan, además de mis hijos (tengo cuatro, Ruben, Ana, Encarna y Antonio, uno vive en Mallorca y el resto en Motril y Almuñecar) y el huerto, que antes cuidaba mi Paco, pero desde que falleció hace tres años lo sigo manteniendo yo aunque mi doctora que es muy salada dice que es el huerto el que me mantiene a mí.
Cuando me quedé viuda de mi Paco el mundo se me vino encima, era un hombre bueno y trabajador que siempre me trató con cariño y respeto además de ser un padre maravilloso. No he pensado en conocer a otro hombre después de él, ni me podía imaginar recibir una carta como la suya y aún menos contestarla. En estos años me voy acostumbrando a estar sola, aunque los días a veces pesan como plomo y la cabeza se va muy atrás recordando momentos felices que ya no volverán.
Llevo una vida sencilla, tengo pocos gastos y la pensión de viudedad que me dejó mi Paco me da bien (trabajaba en la Papelera). Soy madrugadora y me paso la mañana en el huerto que aunque da mucho trabajo me da cada día alguna alegría. Cuando mis hijos vienen a visitarme siempre me encuentran allí. Me gusta cocinar, pero para mí sola como poco y ligero y cuidando siempre del colesterol, que me sube en cuanto me despisto. Ceno de fruta o de verdura hervida, pero soy buena cocinera, o eso dicen. El fin de semana, cuando me visitan los hijos sí que me paso horas en la cocina y les hago varios platos para que se lleven a Granada, siempre estoy comprando tapers porque nunca me los devuelven. Hago un potaje de calabaza y vainilla que quita el sentido, puchero de coles, puchero de hinojos, no sé si conoce estos platos andaluces pero a mí me salen de rechupete, son los favoritos de mis hijos. En mi casa somos de cuchara, pucheros en invierno y gazpacho en verano, que también me sale riquísimo con tomates y pepinos del huerto mío. Por la tarde salgo a caminar una horita con mi amiga Elvira, con la que a veces viajo también, con ella voy los martes y los jueves a la escuela de adultos, hay que salir un poco de casa sino las tardes se hacen muy largas delante de la tele viendo el Sálvame, yo me lo pongo de fondo, mientras coso o plancho o pelo habas o algo del huerto. No paro quieta, mis hijos me riñen por esto. A lo que estoy enganchada es al Rosco, eso sí que no me lo pierdo. De las noches que le voy a contar, todas iguales, es cuando me siento más sola, me acuesto temprano. A veces me desvelo y me pongo la radio.
Francisco, me parece usted un hombre respetuoso y sincero, ya cuando le conocí me dio buena impresión, bailamos estupendamente y la conversación fue agradable, pero ya le digo que no me esperaba una propuesta así y no sé qué pensarían mis hijos, aunque ellos son los que me animan a irme a los viajes y alguna vez me han hecho la broma de que si me voy a echar un novio en el viaje y tontunas de esas. Anda que menuda sorpresa se llevarían, no sé si pueden imaginarse de verdad que yo me echara un novio después de su padre.
Ahora ya sabe un poco de mi vida, Francisco, se me hace raro contarle mis cosas pero usted ha sido claro y yo no iba a ser menos . Con sinceridad, no me veo viviendo fuera de mi casa, llevando otra vida, si algo tengo claro es que no quiero cambiar lo que tengo por nada. Además, tengo muy reciente todavía lo de mi Paco, me acuerdo mucho de él, no sería justo no decirlo. Pero es verdad que usted me parece un hombre que vale la pena conocer y que su carta es la carta más bonita que he recibido, Francisco, hay que ver que a mis setenta y tres años la vida me sigue dando buenas sorpresas. La he leído muchas veces, la ilusión de que usted piense en mí de esa manera tan romántica me quita años de encima, parece que hasta se me nota. Me perdonará que le haya enseñado la carta a Elvira, ella me conoce muy bien y en seguida notó que yo estaba rara y es que la cara es el espejo del alma. Me tiró de la lengua y acabé enseñándole la carta, está muy ilusionada con conocerle en el viaje, ella me anima a “liarme la manta a la cabeza”, es más alocada que yo pero su compañía estos años de estar yo viuda ha sido un gran apoyo, tira de mí para todo lo que se hace en el club, que si taller de pintura, que si yoga, que si baile de salón. Ay, que no le he dicho que sí que voy al viaje de Matalascañas, con Elvira! Ella tiene un sobrino que trabaja en una agencia de viajes y nos reserva siempre en hoteles buenos. Elvira le caerá muy bien, es otra bailonga como yo, va a tener faena con nosotras! Los de Cuenca también vienen, seguro que será un viaje divertido. Podemos tener una bonita amistad y coincidir en los viajes que se tercien, Francisco, que de la vida, como usted dice, hay que coger todo lo bueno. Me hace mucha ilusión este viaje y volver a verle. No hay nada más bonito que tener ilusiones.
Te dejo el teléfono de casa fijo, por si quieres comunicar conmigo, no tengo wasap ni móvil, yo con los móviles no me manejo y donde vivo no hay buena cobertura , no sé cómo se te da a ti la tecnología, al menos te manejas para escribir con el ordenador, a mí se me da muy mal. Mis hijos se quejan siempre, a mi me da igual. Yo a la antigua, las cartas a mano. Tengo a mi edad mejor letra que mis nietos que ya van al instituto, y me callo como una muerta. Y sin faltas de ortografía, que yo fui a las monjas. Con la edad voy callándome estas cosas, que a los adolescentes de ahora no hay quien les tosa. Si yo hubiera tenido la oportunidad hubiera estudiado más, con lo difícil que era tener la oportunidad de estudiar para nosotros y la gente joven desperdicia la oportunidad de tener una educación. Son cosas que me cuesta entender. A lo mejor me estoy yendo por las ramas pero es que el mayor de mi encarna ha venido con todo suspendido menos una y encima cuando viene a verme viene a rastras porque no tengo wifi.
PDT Me he reído mucho con eso de llegar a la jubilación con los dientes arreglados y la hipoteca pagada, cuánta razón tiene tu amigo! Yo añadiría que hay que llegar a la jubilación también con ganas de vivir.
Nos veremos en Matalascañas.
Un afectuoso saludo
Encarna Gómez Siruelo
Releyendo la carta me doy cuenta de que al final te estoy tuteando, se ve que te tengo más confianza después de contarte mi vida , ja, ja.
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