Un Afecto llamado CIPRIANO.

Un Afecto llamado CIPRIANO.

Marysa

10/04/2021

A sus 72 años Alice mantuvo un interés firme  en el ocaso de la vida,en las inquietudes y prioridades de aquellos que un día albergarán sueños y  sentimientos propios ¿acaso el declive de sus capacidades por los años vividos los hacían seres de segunda categoría plegados al tiempo y disposición de otros a los que un día sirvieron y protegieron?

Había llegado a la plenitud de sus años dorados, preparada, llena de expetativas, había  trabajado duro en su retiro y jubilación, su intensión, armonizar y ser parte afectiva a los que tanto quería, convertirse en un mueble lleno de polvo olvidado en una esquina no estaba planteado, totalmente independiente, dueña de su existencia.

Había comprado la casita de sus sueños, hermosa en las afueras de la ciudad con la intención de apoyar a su familia sin inmiscuirse en sus decisiones, dispuesta a vivir esa  nueva etapa  y dar paso a sus sueños sin cumplir.

Se miró al espejo, solo algunas cicatrices marcadas por los años, orgullosa de sus logros, de carácter  fuerte bien definido, temores y  dudas no eran parte de su  existencia. Era su momento

Todo parecía  estar asegurado, dos hijos, tres nietas, una comunidad segura tranquila, solo esperaba ese descanso y disfrute que todos esperan en ese atardecer de sus dias. Nada pudiera ir mal; sin embargo, el mañana es un personaje descocido para todos, cuando toca a la puerta; ya es el hoy.

Cambios inesperados acudirían  a su vida sin permiso; el inicio de una gran crisis economica, política, social nunca esperada y vivida la peor contada de la historia de su pais,  hasta ese momento engalanado de oro, riquezas, cuál belleza incomparable a ningún  otro y considerado único, el de todas las oportunidades.

Muy pronto se convertiría  en los días del adiós,  de las casas vacías, de las expresiones de cariño a través de los medios de tecnología, muchos emigraron, diferentes destinos y planes y para Alice no sería  diferente.

La partida de sus hijos se torno inevitable,  el futuro y seguridad de vida quedaría sin sentido y solo  en la memoria de muchos, en sustitucion, una gran soledad arropó a casi todos los llamados adultos mayores que en su mayoría verían la despedida quizas sin regreso de gran parte  de sus seres queridos, ya mentalizada a nuevas experiencias, lo cual era inminente, nuevas amistades, costumbres, quizas  una nueva lengua; la zona de confort  convertida solo en un recuerdo, solo una promesa; más temprano  que tardé iría  al encuentro de los suyos,  y así  mismo el deseo fue cumplido, en escasos dias estaría haciendo maletas, escribiendo un segundo  capítulo  de su historia y la que nunca imaginó.

Ese viajé se vistió  de expectativas, le encantaba viajar conocer pero este, sencillamente nunca lo planificó, el no mirar atrás  y dejar todo por lo que se había  esforzado, por lo que decía  su vejez asegurada y sobre todo la despedida a los que tanto amaba sin la certeza de retorno, sinceramente, no fue fácil para ella.

Estaba en suelo extranjero, muy hermoso por cierto, una isla maravillosa de preciosos lugares bordeada  de playas y montañas, habia atravesado un océano y llegado a otro continente,  estaba alli, un nuevo  comienzo junto a sus afectos, dispuesta a  librar la mejor batalla y transitar  por esa senda insospechada.

De pronto otro evento inesperado y cruel llegaría  a  sus vidas.

Se habló de un virus mortifero que se expandía desde el otro lado  del mundo, una corona impregnada de temores  que vistío de sangre y dolor las ciudades a su paso y no tardaría en convertirse en pandemía,  una pandemía que llegó para quedarse y por mucho tiempo; la salud de todos quebrantó,  especialmente se ensañó con los que más  años tenían hiriéndole de gravedad; coartando rápidamente cada uno de sus sueños y esperanzas, sofocaba sus pulmones y los llevaba a una muerte dolorosa y segúra.

El paníco caminó por las calles, el temor a lo desconocido azotó a todos, las ciudades se habia convertido en  un horrible  Panteón, las casas lloraban la soledad y perdída de sus seres queridos, solo el ruido de las sirenas de los carros de  muerte y sus hombres de blanco  que transitaban, los pronósticos; se trataría  de una cuestión de días, que más tarde fueron largos meses y luego años; años perdidos, de aislamiento, si, de aislamiento a la vida, a la tranquilidad, a los besos y abrazos cotidianos; los hilos de un destino implacable, oblígaban a permanecer  aislados, pero aislarse de que o ¿quien? Alice se lo preguntó muchísimas veces, principalmente aislarse de vivir lo que creía merecido.

Fúe el comienzo de  una nueva forma de vida para todos y  Alice   no sería la excepción; la corona se paseo por todos lados como dueña y señora, no respetó clases sociales, géneros religión, nada.
Con dolor y temor vio enfermar a sus vecinos y por supuesto las salidas sin retorno de muchos, aterrada,vulnerable ante sus miedos que no tardarían  en aflorar.

La economía  se paralizó,  el caos  y la desesperanza se apoderaron  de todos y la preocupación  de Alice  se desbordaba; extrangeros en un país desconocido, diferente  idioma, con escasos recursos y en medio de una gran Pandemia, nada pudo salir peor. 

Muy pronto aprendería  nuevas lecciones  de vida, esta gran señora vestida de muerte sacaría lo mejor y peor de cada cuál. 

La situación, una calamidad detrás  de otra, pronto les llegaría un aviso  de desalojo de su casa ¿a donde irian? realmente los sueños del mejor futuro  se disipaban.

Estaban allí solas o al menos eso creyeron, totalmente desorientadas; tres generaciones, abuela,  madre y nietas, desempladas, y con un aviso  de desalojo; un escenario  nada alentador, pero ese ser supremo, ese maravilloso  Dios que nunca desampara y que mueve los hilos de la vida y adversidad, pronto  les presentaría  a alguien que seria  parte de sus vidas para siempre.

En busqueda de un lugar  para vivir y casi a la deriva llegaron  a una pequeña cabaña deshabitada según por mucho tiempo; su dueño un señor  mayor, de aspecto Europeo, ermitaño, solitario supuestamente con una gran familia pero alejado de todos.

Fue un milagro  a sus vidas, unos de los seres más  transparentes  que Alice  había  conocido hasta los momentos, de poco hablar casi imperceptible pero de evidente bondad, enigmatico, compasivo, prácticamente dándole cobijó  a unas desconocidas y sin muchas preguntas ni condiciones.

Asi comenzó  la vida en su nueva cabañita que expresaba calor y amor en cada una de sus paredes; al pricipio entretenidas en darle forma a cada una de sus habitaciones, casi sentían  la presencia  que imaginaron  antepasados, realmente modesta y pequeña pero realmente acogedora, días  de mucho trabajo e interrogantes.

Era un enigma, ese ser que quizás sin saberlo les habia hecho  el mayor favor  de sus  vidas; poco sabían  de el;
algunos que tenía dos hermanos que emigraron a Inglaterra en su juventud, que era poseedor de una gran fortuna, muchas cosas quizás ciertas y otras no. 
El tiempo transcurría entre muertes distanciamiento, desamores,  sobre todo el tiempo ocioso que acercó y alejó a las familias.

Muchas veces a través  de la ventana  lo divisó; aquel ser caminaba en un pequeño terreno, en idas y venidas, sin importarle el mundo, ni la pandemia que vivían. ¿Que habría en su mente se preguntó muchas veces? Un abrigo largo de capucha color rosa y su barba tapaban  gran parte de su rostro.. Tendría unos 65 años, quizás  más, no sabía, solo sentía  que debia expresarle su agradecimiento  de alguna forma, un agradecimiento  que seguramente  el nunca esperó.

Alice, amaba cocinar,descubrir platillos nuevos, combinar colores y sabores, siempre considerando que era un regalo de Dios a los hombres; lo más importante el poder compartirlos en familia, amigos. La Pandemia se mostraba inclemente con cada deseo, no se trataba de lo sentido sino de lo debido en ese tiempo de contagios y distancias, realmente esta señora vestida de luto impusos sus reglas en este juego macabro que todos debieron jugar y que sin duda alguna todos recordarian.

Trataba  de vivir con dignidad, pero era difícil estar ausente del caos, noticias nada alentadoras, se escondía en su burbuja de habitos tradicionales, uno de ellos la cocina.

Evidentemente  se experimentó una nueva forma de vida,
expresiones de cariño quedaron ausentes,  la muerte con una gran corona hacia estragos en todos, Alice pensaba que temía más al  desapego del ser humano por su prójimo que a esta horrible señora que llamaron Pandemia. 

Los días eran iguales, Alice pensó que este mal se quedaría  con ellos por largo tiempo; en medio de un poco de nostalgia,  temores y necesidad de expresar, añoranzas de lo que un dia se tuvo y no se apreció, haría cualquier cosa por cambiar ese estilo de vida impuesto a la fuerza; una vez  más se asomó a la ventana y lo vio trotando con su rostro oculto en su capucha rosa, pensó que quizás era más feliz que todos.

Como en otras ocasiones, quiso deleitarse con un buen platillo y así lo hizó, como si tuviera una gran celebración, imaginó  un invitado de lujo, su  enigmático vecino y casero,poco le conocía pero mucho le agradecía; sin titubeos decidió compartir su manjar, nadie mejor que el  a quien expresarle su solidaridad a casi  tres meses de haber llegado.

El quizás sorprendido, no le conocía, sin embargo acepto esa muestra de afecto con agrado,¿que sintió? 

A partír de ese momento compartió  con el todos y cada uno de los platillos y manjares  que preparó, se convirtió  en su invitado especial, cocinar uno de los mejores entretenimiento durante  la  época de la Pandemia, le dio sentido aquel tiempo desastroso que tantas vidas se llevó.

Dia a dia caminó  hacia la casa de su vecino que con sus pocas palabras expresaba mucha gratitud, sus gestos cambiando, a partir de esos días su rostro  reflejó una gran sonrisa y esa capucha que cubria su rostro la dejo caer sobre sus hombros descubriendo el rostro amable  de una muy buena persona.

Ese virus que desfiló con una gran corona  y se paseo por cada lugar del planeta, muchas veces cambió  sus vestiduras: miedo, angustia, desesperacion, falta de conocimiento, alejó  por muchisimo tiempo las familas, destrozó  la economía  y mostró  el verdadero rostro de cada cuál; en medio de su implacable  aptitud  mostró la pequeñez  del ser humano  ante la adversidad, fue de gran aprendizaje al  verdadero  sentido de la vida y el valor a las expresiones  de amor y solidaridad que debemos  tener con nuestros semejantes.

Alice entendió  que el temor  no existe y que cada día  hay que vivirlo y disfrutarlo al maximo, que cada uno tiene su propia preocupación, sobre todo entendio que el que no vive para servir, no sirve para vivir.

Ah y por cierto ese ser maravilloso que salvo ese momento crítico  de sus dias y que sin muchas palabras les cobijó se llamaba  ‘CIPRIANO» y  Alice y su familia le tendrían  un agradecimiento  eterno y dieron gracias a Díos por hacerlo parte de sus vidas.
 
 








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