Lo peor de todo esto

Lo peor de todo esto

JTV

23/03/2021

Lo peor de todo esto

Lo peor de todo esto, que ya de por sí es malo, no es pasarse los días aquí, como si uno estuviera preso. ¿Sabes que es lo peor de todo esto? ¿¡Que no lo sabes!? Pues que apenas veo movimiento en la calle y me aburro una enormidad. Que a mí me encantaban los atletas y sus camisetas de colorines. Unos atletas para arriba y otros para abajo. Por la mañana, por la tarde, en verano, en invierno.

¿Que qué pasa aquí dentro? Esto es un desguace, nos dejáis aquí como a coches viejos y sólo volvéis si os avisan de que han encontrado algo de valor en la guantera, que ya sería raro, o para firmar la baja definitiva y que nos lleven al cementerio. Salvo tú, al César lo que es del César, que tienes vocación de mártir.

Que no, que no. Que no es porque haya perdido las gafas. Pego la nariz al cristal de la ventana lo más que puedo y pego también la frente, bueno, y el carrillo izquierdo si miro a la izquierda. ¿Lo ves? Así. Calla, calla, el carrillo derecho ni para mirar. Hijo, que tu padre también perdió la guerra.

Y vuelta Perico al torno. Que no, que no te voy a contar batallitas ni lo de cuando estuve preso en el campo de Argelés, en una playa de Francia. ¡Pero qué cafres los gabachos, qué jodidamente mal nos trataron! Te voy a decir una cosa, muchachito, a Marita si le gustaban mis historias. Pero claro, te separaste y me quedé sin público. Con lo del divorcio se acordó de que yo no era su padre de verdad, que era el otro, el político, y dejo de venir por aquí. Otro olvido; no la culpo.

¿Cómo dices, muchachito? ¿Que no hable de Marita? Pues nada, ni mentarla. No te apures ni te pongas nervioso, que la última vez casi me echas mano al cuello. Bueno, casi no, que le pusiste la mano encima a tu padre.

Claro, vamos a cambiar de tema. Sí, muchachito te lo decía tu madre. Que Dios tenga en su gloria a mi Josefa. Sí, también es verdad, y que nos espere mucho tiempo. A ti más que a mí; eres más joven; ya se sabe; ley de vida. Mucho la echo de menos, no te miento. Ella fue la que se empeñó en que nos viniéramos aquí. Parece que la estoy viendo, con su rodete siempre bien prieto, su mandilón verde con margaritas y sus ojitos negros. Siempre trasteando con las sartenes y las ollas. ¡Qué mano para la cocina! ¡Las gachas, las torrijas, la leche frita, el tiznao, el gazpacho! ¡Je, je, je! Siempre trajinando en la alacena. Que si colgar los pimientos en agosto, que si las conservas de tomate, que si ya te has bebido el vino y no me queda para las gallinas. Qué ocurrencias las de mi Josefa, dar de beber vino a las gallinas para que no se alborotaran y siempre estuvieran quietas.

¿La comida de aquí? La comida de aquí, la comida de aquí. Una manera como otra cualquiera de matarnos sin hacer mucho ruido. Veneno puro, es veneno puro. Lo hacen para quitarse pensionistas de en medio; lo sabré yo, muchachito. Menos pensionistas es igual a menos gastos. Que yo no sé mucho de cuentas, pero los trajeados del gobierno sí, esos sí. Las del Gran Capitán, esas son sus cuentas.

A tu santa madre se le metió en la cabeza que ninguna otra mujer iba a limpiar su casa, y cuando se le oxidaron las bielas y era todo crujidos, nos vinimos aquí. Bueno, Quiquín se encargó de lo gordo, del papeleo. Qué nieto más apañao. No digas eso ni eches embustes. Pues sí, sí que tuviste suerte con él. Que se quedara con nuestra casa no es nada malo. Gente sana y aire limpio, gallinas, huerta, alberca para el verano. En cuanto escuchó a su abuela mentar lo de la residencia, lo dispuso todo bien rapidito y para acá que nos trajo. No digas tonterías, ¿qué interés iba él a tener?

¿Te acuerdas de los dibujos que hacía en las ventanas? Así, de esta misma guisa, como hago yo ahora. Así, con el dedo índice. Buen dibujante no era, para qué nos vamos a engañar, con menuda cabeza me pintaba siempre, más cabeza que boina. ¿Y de cómo corría cuando la abuela lo descubría con las manos en el chocolate? ¿Te acuerdas o no te acuerdas de cómo corría cuando tu madre lo pillaba con las manos en la masa?

Que no, que no, que no. Que no pongas ni la dos ni la cinco. Ni los animales de los documentales ni las fieras de la sobremesa. Me entra mucho sueño con la caza de la gacela y con el despellejar de las personas y tantas voces acaba doliéndome la cabeza. Que no me importa lo que come el león ni con quién se acuesta fulano ni con quién se acuesta mengana, que lo importante en este mundo es pagar los impuestos y levantarse buena persona. Sin impuestos no hay pensiones y sin pensiones me mandan debajo de un puente.

Parece que la tarde se está poniendo fea. Ya sabes, todos los refranes trabajan, y como marzo tuerza el rabo, no queda oveja con pelleja ni pastor enzamarrado. Y este marzo viene torcido, pero torcido, el más torcido en muchos años. Lo sabré yo que ya he visto ochenta y muchas primaveras.

¿Cómo? ¿Que si los padres no piden perdón? ¿Otra vez a la carga con el temita? Los padres no se arrepienten y tampoco piden perdón. No y no, porque todo lo que hacen es por el bien de sus hijos. Bueno, y también de sus hijas. Porque tú lo dices por tu hermana.

Que ya te lo he contado una y mil veces, que a mí no me importaba en lo que trabajase mientras se ganara las habichuelas honradamente, como cada cual. Que no me importaba que llegara siempre tarde. ¿O es que crees que soy un antiguo? Que lo que no soportaba es que cada noche llegara con un tipaco distinto. ¿Tú qué pensarías si fuera tu hija? ¿Nada? No me lo creo. No digas lo que yo no he dicho y procura no manosear mis palabras, muchachito. No, me la trae al fresco con quien se acuesta fulano y con quién se acuesta mengana, pero mi hija era más fulana que mengana y eso sí me importaba.

Sí, sí, sí. Soy un retro, retro… Bueno, lo mismo da cómo se diga. Un antiguo, vamos. Lo que tú quieras decirme. ¿Cuántos disgustos le dio a tu madre? ¿Cuántos comentarios no tuvo que aguantar de las vecinas? ¿No pudo tener un puñetero novio? ¿Que siempre ha sido muy trabajadora? ¿Que se casó hace años y tiene dos hijos? ¿Que no fuimos a la boda? Una fresca es lo que es. Una mujer sólo es para un hombre. ¡Punto! ¡Punto! ¿¡Te enteras!?

Dos hijos. Dos nietos más. Unoooooo y dos. El dibujo a mí tampoco se me da muy allá, no. Y encima se me ha emporcado el dedo. Qué de mierda tiene el puñetero cristal. Si la comida es mala, peor es la limpieza. Lo que daría porque viviera mi Josefa y porque nos fuéramos a nuestra casa. Ven a por mí, Josefa. Vámonos a nuestra casa.

Que no era grande ni tampoco muy bonita, pero era agradable, y sobre todo era nuestra. Si es que en tu casa hasta el culo descansa. Que la heredé de mi padre, de tu abuelo, vamos. ¡Y cuánto trabajito nos costó adecentarla, cubrir toda la tierra de los suelos con baldosas, quitar la madera podrida y la paja para hacer un tejado en orden, como Dios manda!

Que parece que estoy viendo a tu madre con sus tiestos, todo el patio lleno de macetas, la fuentecilla en el centro, los geranios, las enredaderas. ¿Qué? Que tú también te acuerdas y la echas de menos. ¿Pero a la casa o a tu madre? A tu madre, claro. ¿Y de la chimenea en los inviernos? ¡Cómo ardía la leña! ¡Qué Navidades más buenas! ¿Te acuerdas de cuando la Josefa se quedaba dormida con Quiquín en la mecedora?
Parece que los estoy viendo. Bueno, en mi cabeza los estoy viendo. ¡Cómo tengo la mollera!

¿Que no se puede vivir de recuerdos? Ya llegarás a viejo. Ya llegarás. Los viejos sólo vivimos de recuerdos, hijo mío, porque no tenemos fuerza para soportar el presente ni derecho a pensar en el futuro. Eso sí que es una quimera. “El futuro es muy oscuro, el futuro es muy oscuro, trabajando en el carbón”. ¡Qué bien cantaba tu madre por Antonio Molina! ¡Cómo le gustaba cuando salía por la radio!

Que no, que no, que no. Que no te voy a contar cuando fuimos a ver la de Soy Minero al cine. ¿¡Que esa película no se llamaba así!? ¿Qué sabrás tú, muchachito? Tu madre, tu tía, que en paz descanse, y yo. Tu tía María de la O siempre en medio, como los jueves. Qué cosa tan molesta, con esa cara, mitad guardia civil y mitad monja estreñida. Siempre vigilando para que tu madre y yo no hiciéramos nada. ¿Y qué íbamos a hacer? Si la Josefa estaba enamoriscada del Antonio Molina. Si hizo trepar a tu tía hasta lo alto de un poste de la luz para quitar el cartel de la película. ¡Pena, penita, pena que no se electrocutó y se quedó allí pegadita!

No, nada, locuras mías. Hablo para mí. Decía que tu tía era un primor, que tu tía era muy buena. Y el cartel en el salón. Y la perra que cogió con que se lo echáramos al ataúd por si veía al Antonio Molina en el otro mundo y se lo firmaba. ¡Qué perra cogió! Y tú se lo tuviste que echar, y tu tía tuvo que contratar a Chencho el Labio roto para que en el cementerio cantara lo de “En el fondo de la mina grabé tu nombre con mi barrena”. Cuando yo llegue al cielo, al infierno o a donde sea que nos manden, la encuentro con el Antoñito Molina. ¡Qué tropa me dieron por familia! A ver si para mí está la Perlita de Huelva o la Imperio Argentina.

Que no, que no, que no, muchachito. Que cuando a la muerte le pones cara ya solo le tienes respeto y no miedo. Cara de sargento semana, cara de bayoneta calada, de aviones italianos, de tanques alemanes, de moros feos como rayos. Que cuando se tiene miedo, pero miedo de verdad, es ahora. No le ves la cara, ni los dientes, ni el filo, ni nada de nada. De aquí se ha llevado a muchos de los míos y a unos pocos de la plantilla. ¡Hasta a un doctor! ¿¡Qué me dices a eso, muchachito!?

¿Qué a mí me respeta? A mí no me quiere ni el virus, ni la muerte, ni mi difunta Josefa, que ya estará con su Antoñito Molina o con el Labio Roto, que va a ser Boca partida como me lo encuentre en el más allá y le haya puesto la mano encima a tu madre. A mi Josefa se la respeta.

Ya verás, ya verás cómo me toca pasarme la eternidad con tu tía María de la O. Es la crucecita que llevé a cuestas en vida y por los siglos de los siglos. No, amén no. Hambre, eso es lo que tengo. Hambre de comida buena.

Lo peor de todo esto….

-Lo peor de todo esto es que todas las tardes me ensucia el cristal con sus dibujos, Argimiro. Lo peor de todo esto es que lleva más de una hora hablando solo. Lo peor de todos esto es que se va a quedar helado. Ande, Argimiro, hágame caso. Hágame caso, por favor. Vamos a la salita con el resto, allí se está mejor. Le prometo que no habrá documentales ni cotilleos. Ande. Me encargaré personalmente de que alguno de sus hijos venga a verle alguna vez.

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