Poqueira Huele a Hierbabuena

Poqueira Huele a Hierbabuena

Miguel Angel Toro

04/06/2017

Cuenta una antigua leyenda que dos jóvenes senderistas quisieron subir al Mulhacén en dos etapas, haciendo noche en el Refugio del Poqueira. Aquel día, era una imprudencia realizar tal sendero, estaba nevando y hacia mucho viento. Aun así, ambos se adentraron en el corazón de Sierra Nevada desde Trevélez.

Con un tiempo de mil diablos y una ruta cubierta por la nieve, la noche les atrapó. El frío, la oscuridad y la fuerte tempestad, hicieron que se perdieran y no hallaran el edificio. Completamente desorientados, estuvieron horas y horas dando vuelta sin comunicación, sin víveres y con un frío aterrador. Cuando creyeron perder toda esperanza, un olor, un intenso olor a hierbabuena les marcó el camino a seguir. Extraño, pues con aquel temporal, era difícil apreciar ese agradable aroma. No obstante, gracias a ello, lograron llegar al Poqueira.

Al entrar en él, no había nadie, ¿quién iba a haber allí en aquella noche infernal? Sin embargo, cuando entraron en otra habitación, vieron a una anciana, cocinando con una enorme olla.

-Hola chicos, pensaba que hoy no vendría nadie.
-Gracias a su…
-Puchero, lo mejor para entrar en calor. Sentaos cerca de la chimenea que ahora mismo os sirvo.

Los chicos se sentaron y la anciana les puso un plato de ese excelente caldo, que sólo con olerlo, hacía resucitar a los muertos. Se lo zamparon, se cambiaron y descansaron, quedándose dormidos profundamente. A la mañana siguiente, bien entrado el día, se despertaron cuando el sol ya estaba en lo más alto. La tempestad se disipó, al igual que la anciana, no había rastro de ella. El día era tan formidable que decidieron reanudar el trayecto. Todo salió perfecto y a mediodía alcanzaron la cima del Mulhacén.

Sin prisa pero sin pausa, descendieron y al atardecer, llegaron al pueblo. Al terminar fueron a casa de los padres de uno de ellos y allí se encontraron con la madre, completamente preocupada. Al verlos, les dio un fuerte abrazo.

-¡Vaya susto que nos habéis dado! Cuando comenzó a nevar estábamos muy preocupados, no deberíais de haber seguido. ¿Cómo os ha ido?
-Bueno, al principio mal, pero encontramos el refugio y nos resguardamos de la tempestad.
-Anda venid, que estaréis hambriento.

Los chicos la siguieron al comedor y allí esperaron a que les trajera la cena. Al rato la mujer volvió con una olla de puchero, al abrirla, el aroma a hierbabuena, les recordó que ese olor fue el que les salvó la vida.

-¡Qué bien huele, es igual al de ayer!- exclamó el hijo.
-No lo creo- rectificó su madre-. Pues es una receta de tu abuela y tiene unas especias diferentes a todas las demás.
-¿De tu abuela?- preguntó el amigo extrañado-. ¿Ella no murió hace años?

Los dos amigos se miraron, se estremecieron y sin decir nada, sonrieron y comieron.

Desde entonces, se rumorea, que muchos senderistas que se desorientan por Poqueira en las frías noches de invierno, gracias a un extraño aroma, encuentran el refugio.

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