El día en que comprendí quien era yo realmente en tu vida, del dolor que sentía quise cambiar muchas cosas.
Le prohibí a mi mente que pensará tú nombre, regañe al corazón para que dejara de sentir mariposas y empezará a cumplir su función, trate de borrar todos tus recuerdos, cambié mi casa para no verte en todos lados, limpie mi piel para que no extrañará tus caricias y mordí mis labios para que no desearan tus besos, prohibí a mis ojos llorar por ti; y a mis manos desear tocarte.
Después de todo este recuento concluí mi labor, esa noche me acosté pensando en que por fin te había sacado de mi vida.
Pero olvide pedirle a la noche que borrara el sonido de tu voz aquel que me hacía conciliar el sueño.
Y volví a despertar más enamorada de ti que de mi triste vida
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