Era su lugar de relax…observandolo yo era su aprendiz pero me hacía sentir una DIOSA. Removía la tierra negra de recuerdos y sumergia semillas blanquecinas con sus manos ásperas y rústicas propias de un hijo de inmigrantes italiano. Cosechamos JUNTOS risas de limones y naranjas. ÉRAMOS NIÑOS sólo en ese lugar con mi padre. En el rincón de las plantas aromáticas él me seducía a cortarlas de abajo en sencillo corte diagonal para nunca herir las

En tiempo de poda los aromas de su serrucho y los mates con poleo de mi madre creaba un clima celestial.

Hoy a 31 años de su suicidio quedan como testigo dos higueras que se salvaron de las inundaciones y endulzan mis veranos de reinado familiar junto a mi prima planta de laurel.

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