del olfato y unas cosas mas…

del olfato y unas cosas mas…

A la hora de ejercitarme en el majestuoso bosquecito que se ubica dentro del gran orbe que es mi ciudad, afloran y salen a relucir las admirables pequeñas cosas de la vida, que no solo alimenta a mi sentido de la vista, sino que me conviene a sopesar en un ambiente de mezclas de sabores y colores, todos enfundados en diferente índole que a cualquiera que lo percibe se llena de la gran satisfacción que da el sentido del olfato. Acentuar los 5 sentidos, es a gran escala un parte aguas cuando visito este lugar, en donde las hojas crujen ya caídas e incoloras y que han perdido la coloración y la fuerza necesaria para seguir de pie atadas a cada una de las ramas de los gigantescos árboles que carcome el tiempo, pero que siguen erguidos esperando a reconquistar las parvadas que habrán de llegar en la próxima estación. Mientras prosigo mi caminar, mis pulmones se llenan del aire húmedo producto del rocío que se quedó asentado en las esplendorosas hojas de tantas plantas que habitan y que son parte del hábitat. Es difícil describir la esencia de la tierra mojada, SU VERDADERO AROMA, la que huele a vida y pende de los hilos de una existencia única. Y no solo

se llena uno de los ricos que son los aromas y más que aun, este pequeño espacio dedicado especialmente para el paseo y la recreación está asentado a unas cuantas calles, donde decenas de familia preparan sus suculentos refrigerios que han de consumir en el desayuno. No falta que a través del viento lleguen hasta mis fosas nasales la sabrosura del aroma de unos frijoles que se fríen con la odorífera cebolla que le da un sabor peculiar y que tan solo de imaginarlo se me abre el apetito, imaginándolos con unos huevos estrellados y una salsa de molcajete con sus respectivas tortillas recién elaboradas a mano. Y qué decir del café que preparan en las ollas de barro y es endulzado con piloncillo haciendo de esta bebida una agradable experiencia y más aún, si es acompañado de una soberbia concha con su respectiva nata dejándola mordisquear lentamente acentuando todo su sabor en el paladar hasta verle el fin. Mientras continuo, no solox ejercito mis músculos, sino también fortalezco mis 5 sentidos que me han de ayudar a reconocer el verdadero placer de la vida…
Edgar Landa Hernández…

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