El sabor amargo que da una partida,

deja siempre un rastro de flores marchitas.

Sus pétalos rotos son como fantasmas,

que un día tuvieron los rosas del alba.

Los levanta el aire, como si volaran,

y buscan de lejos toda la añoranza,

no hay rastros de verdes con los que encontraban,

la ingrávida seda de mis esperanzas.

Solamente queda la flor en un libro,

ha perdido el brillo su mágico hechizo,

vive prisionera de abrazos vacíos,

de estas hojas quietas que aplastan pistilos.

Mariposa rota, para qué quisieras,

que llegue de pronto esta primavera.

Si tus pobres alas, de oruga silvestre,

sólo son recuerdos del batir silente,

colores pactados,

fiestas de florestas,

recuerdos de amores,

con sabor a néctar.

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