Laura está sola. Mira por la ventana aferrándose a sus brazos cruzados, frotándoselos como si tuviera frío; queriendo darse calor humano. Como todas las personas suelen hacer alguna vez con su vida, se la está planteando en serio. Siempre ha tenido una gran necesidad de coherencia. Comienza a escribir en su pequeña libreta mientras piensa con gran rapidez.

Qué hacer cuando eres consciente de la servidumbre voluntaria en la que vivimos: dejar de vivir; hacer que te hagan dejar de vivir atacando; enfermar, incluso por culpa y auto-castigo; dejar de sentirte atrapada y entonces no poder estarlo, ¿porque te niegas a aceptarlo y consigues auto-engañarte?, ¿es engaño si tú te sientes realmente libre?; renunciar a tu ética tú también; basar tu vida en otras cuestiones y que realmente no te importe esa servidumbre porque tus intereses están en otras cosas; que te baste tener tu auto-respeto “eligiendo” el bando en el que estás de las explotadas, como el menos malo y más digno; agarrarte a un mínimo gesto que demuestre que eres consciente del abuso. ¿Qué grado de colaboración puedes soportar con este sistema que sostenemos? No se permite estar al margen ¿Y de culpabilidad, sobre todo frente a las personas que están más explotadas que tú?, ¿frente a las criaturas que no pueden ya ni llorar sin fuerzas, cercanas a morir por desnutrición?, ¿o a las que aquí se van a la cama sin cenar?, ¿frente al negocio de armas, caravanas y cadáveres en el mar, mientras nuestras naciones conmemoran sus “altos valores patrióticos”?

¿Por qué obedecemos y no escapamos? ¿No somos conscientes, o si pero no nos unimos? ¿No es posible mayor grado de justicia humana? ¿Qué respuesta buscar, individual y/o colectiva? Quisiera que evolucionáramos y lo pensáramos de verdad; denunciar; proponer; acción; palabra; arte; creación; tratar a las criaturas con respeto para que se sigan tratando ellas así al crecer, sientan su valor intrínseco, y puedan tener pensamiento crítico y recursos para crear otro mundo; enseñar a tratarlas así para que no se odien y auto-destruyan con adicciones y atracones, ni odien a las demás personas.

Los ricos lo son cada vez más y no nos plantamos. No deberíamos tolerar el lucro, acumular más de lo que se necesita, logrado a costa de la gente, no de la nada. Eso no es respetar la libertad (al saqueo del “emprendimiento”), es injusticia. El siempre creciente margen de ganancia de empresarios y banqueros, nunca es la parte que sufre ajustes. Nos dicen que no hay otra forma de organizar la vida que no sea vendiendo en competición por sobrevivir.

Yo quisiera hacer algo y no sólo por mí necesidad de reconocimiento. Encontrar alegría de vivir pero cómo en este mundo, cómo dormir tranquila. Si me voy sin mis privilegios paternalistas a morir con quienes mueren, sólo gana mi conciencia. Ayudar, allí o aquí, es parchear. ¿Llegaremos algún día a alcanzar otros valores?

Fuera se ve con nitidez el gris-azulado del cielo cubierto, los verdes y amarillos de las hojas.

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