Pum, pum… puñetazo en la sien izquierda. Pum, pum… puñetazo en la sien derecha. Pum, pum… gancho en las tripas y la bilis subiendo garganta arriba hasta salpicar sus zapatos de tacón.

En frente, él con el semblante impermeable del que lo ha hecho antes. Él acaba de convertir su vida, de súbito, en una mancha llena de pus, negra y sorda.

No sabe cómo sus piernas consiguen llevarla hasta el parque.

-¡Mami, mami, me voy a tirar por el tobogán! ¡Mírame!

Ella ve cómo el pequeño sube por la escalera, se tropieza al pisar su camiseta dos tallas más grande, se agarra a la barandilla, y cómo le saluda desde lo alto con la nariz llena de mocos y la boca manchada de chocolate. Ella le devuelve la sonrisa de mirada húmeda. Al sentarse en el banco, fija los ojos en las salpicaduras de sus zapatos…y vuelve a la habitación de luz pálida: Él sentado detrás de su mesa, al trasluz una radiografía, un informe de letra ininteligible, un lo siento.

Levanta la cabeza y ve al pequeño cómo estira su capa imaginaria y con el puño en alto se desliza por el tobogán con su gran camiseta de Superlopez, hasta aterrizar de un culetazo en el barro. Está a punto de llorar pero no lo hace. Se levanta, se frota el trasero y corre hacia ella cojeando, con los cordones desatados.

-¡Me has visto mami, me has visto!

Ella aún retiene la bilis en su garganta mientras el pequeño, choca contra su cuerpo al abrazarla y le pisa sin querer, embarrando sus zapatos salpicados.

***

Pum, pum… puñetazo en la sien izquierda. Pum, pum…puñetazo en la derecha. Pum, pum… gancho en las tripas… traga saliva, observa a través del cristal y sonríe. En frente, él con el pequeño. Él con su bata blanca. Él colocándole un pañuelo en la cabeza. El pequeño la mira con el parche de pirata en el ojo, y señala con el dedo su pañuelo nuevo con entusiasmo cansado. Ella traga saliva. Sonríe.

***

Pum, pum… puñetazo en la sien izquierda. Pum, pum…puñetazo en la derecha. Pum, pum… gancho en las tripas… se rompe y grita, Grita, ¡Grita! hasta que la cabeza asoma entre sus piernas, hasta que se vacía.

En frente, él con sus guantes manchados, él con la frente llena de sudor, él con una sonrisa oculta tras la mascarilla.

Ella despierta con la mirada borrosa, siente el dolor de su cuerpo.

-¡Mira mamá, mira!

Frente a ella, el pequeño con sus gafas. La gorra del revés asomando el flequillo. Le muestra en sus brazos al bebé. Su mirada se hace nítida.

Les sonríe con el goteo de sus ojos, se incorpora y coge al bebé. El pequeño no se da cuenta de la caricia de su madre. Estira su capa imaginaria, salta con el puño en alto y corre por toda la habitación con sus zapatillas desatadas, enseñando el ombligo por debajo de su camiseta de Superlopez.

-¡Mírame mamá, mírame!

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