Perdido en la Calle de Murcia

Perdido en la Calle de Murcia

Javier repasaba una y otra vez la carta de despido que le habían entregado esa misma tarde, y aún no se atrevía a digerirla.

Apenas habían pasado dos meses desde que dejase Murcia para trasladarse a Madrid en busca del trabajo soñado, pero las cosas no estaban saliendo como en un principio imaginó. El oficio de periodista atraviesa una situación bastante delicada, y aunque estaba cansado de repetirse a sí mismo que en la capital la oferta de trabajo tenía que ser mucho mayor, no tardó en darse cuenta que sus mayores miedos se estaban cumpliendo. No poseía la preparación ni la formación necesaria como para dedicarse profesionalmente al periodismo, o al menos eso había deducido el diablillo pesimista que le susurraba al oído el fracaso que suponía enfrentarse a los mastodontes medios de comunicación con la única ayuda de un endeble curriculum.

Al principio los días se sucedían a una velocidad vertiginosa. El dinero que con tanto esfuerzo su familia le había dado para sobrevivir en una nueva ciudad iba poco a poco esfumándose, y la situación económica que atravesaban sus padres desde hace dos años le impedía moralmente volver a pedirle una nueva transferencia. El orgullo y el apremio en pasar a ser una persona económicamente independiente le llevó a recorrerse medio Madrid en busca de un empleo, el que fuese. Probó suerte en un pub irlandés y en un restaurante del centro, pero tampoco la experiencia jugaba a su favor. El ventorrillo costumbrista donde Javier ejercía de camarero 3 semanas al año desde los 16 no le había preparado para el exigente ritmo de los locales madrileños.

3 semanas después de instalarse en su nueva casa, Javi consiguió por fin superar con éxito una entrevista de trabajo, y no se pensó ni un momento en aceptar la oferta de empleo. Durante los 4 años de carrera siempre había bromeado con sus compañeros sobre acabar trabajando en un McDonald´s, y la realidad fue tan vengativa que asustó. Soportó los horarios incómodos, a los encargados (algunos) tan jodidos por dentro que tenían que pagar su frustración con los que estaban por debajo, a los clientes maleducados, y también soportó limpiar más mierda de la que había visto en toda su vida. Pero su esfuerzo no fue suficiente. Al cumplir los 2 meses del periodo de prueba se lo ventilaron. A él y a otros 4 compañeros de los 6 que comenzaron a trabajar en Septiembre.

Volvía a estar perdido. No sabía que estaba haciendo en Madrid, lejos de su familia, de sus amigos, de su ciudad y de un gran trozo de su alma que seguía y siempre seguirá en la Región de Murcia.

Arrugó la fatídica nota entre sus manos mientras las lágrimas se le escapaban sin hacer ningún intención de evitarlo. Agarró su maleta y salió de la estación de Atocha con la sensación de que estaba haciendo lo correcto. Madrid no podría con él tan fácilmente, no por ahora.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS