POR ELLOS, POR ELLA

POR ELLOS, POR ELLA

Mimi Blue

29/10/2018

La desgracia se cebó en la vida de María cuando, siendo todavía una niña, sus padres murieron en un terrible accidente de tráfico.

Cuando la internaron en el orfanato, la psicóloga del centro la trató, como a todos los niños y niñas que ingresaban por primera vez, y se dio cuenta de que el trauma que le había quedado no era solo por la perdida de sus seres queridos, sino que escondía algo más. Su profesionalidad y empatía natural, unido a la adorable aura de aquella desvalida criatura, propiciaron que, pasado un tiempo, quisiera hacerse cargo de su adopción.

Con mucho cariño y paciencia fue desentrañando los temores de la niña, y logró averiguar que había desarrollado un temor visceral a cualquier vehículo a motor porque le recordaban la muerte de sus padres. Pero todavía era peor el trauma de sentirse abandonada por ellos.

Como ya sabemos, el tiempo cura las heridas, (aunque sería mas exacto decir que las atenúa), y María se convirtió, gracias al amor y a los cuidados de aquella psicóloga y su marido, en una niña feliz. Dejó atrás sus traumas, volvió a sonreir, a hablar por los codos como antes, en fin, a desarrollarse como una niña normal. La vida de los tres se convirtió en una sucesión de momentos inolvidables. y de recuerdos maravillosos en el chalet que ahora era su hogar.

Con el tiempo, María se convirtió en una joven que luchó con ahínco para labrarse un porvenir y que sus padres adoptivos estuvieran orgullosos de ella, y lo logró. Rondaba los 30 cuando decidió volar del nido con sus mejores amigas y comenzar una nueva vida en la ciudad, algo en lo que sus padres le apoyaron totalmente.

Pero como tantas veces ocurre en la vida, la desgracia volvió a aflorar en su vida. Sus padre murió de cáncer tras unos años luchando sin tregua contra la enfermedad. Su madre cayó en una tremenda depresión y ni el amor que le profesaba María fue capaz de sacarla de su estado. Murió meses después de su marido, dejando a María totalmente desvalida.

Fue en esos momentos cuando los fantasmas de cuando era niña volvieron, y con mucha fuerza. Se volvió a sentir abandonada, estaba siempre triste y angustiada, Empezó a adelgazar, a llorar continuamente … y a tener espanntosas pesadillas de accidentes de coche.

Después de unos días en ese estado, se propuso no dejarse llevar por la pena y por sus traumas. Se fue a vivir al chalet, para cuidarlo, porque era el orgullo de sus padres, y si para ello tenía que irse a vivir allí sola, lo haría, vaya que sí. Además, para llegar al chalet tenía que conducir. Y lo hizo. Porque el amor que le profesaron le dio alas para seguir con su vida en el lugar donde tan feliz había sido, aunque tuviera que estar sola y sortear el tráfico que tanto pánico le había vuelto a dar. Lo hizo por ellos, lo hizo por ella.

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