PASADO

Es esa llamativa cicatriz en la rodilla desde los dos años y una costilla fracturada. Nadie sabe qué ocurrió.

Es aquella tapia imposible de saltar con los zapatos negros, solo un par para protegerse de los interminables inviernos.

El pasado es un mote a la entrada y a la salida del colegio, unos cuantos recreos en la biblioteca y la mente buscando nuevas galaxias que colonizar.

Es una casa colmada de silencios y aquella llamada a destiempo que nadie contestó.

El pasado son las ropas en el armario conservando aún el olor de un padre muerto ayer, un letrero de “cerrado por defunción”. Es aquel piso en alquiler lleno de madejas de lana que no se pudo pagar más por falta de ingresos.

Es la caja de música en la que nunca volvió a sonar “Para Elisa” y el anillo de aguamarina que mi madre conservó.

Es un agujero en un cesto de mimbre, la cena fría sobre la mesa, los añicos de un vaso de cristal sobre el terrazo y la basura sin sacar. También alguien en la cocina, comiendo siempre solo.

El pasado es una esperanza con las esquinas rotas, una gran tela de araña, una hoja seca y una flor marchita. Un tiesto de tierra sin semillas, un dodo, una especie más en extinción.

Es el cuerpo de Simba sin vida sobre una fría mesa de quirófano. Como el pecho izquierdo de mamá.

Es una pashmina manchada de sangre, un despido improcedente, un fósil en ámbar del Báltico, un estante polvoriento.

El pasado es un ramo de rosas en la papelera, los hijos que no nacieron, un lavado de estómago y los papeles del divorcio. Quién sabe si un error.

PRESENTE

El presente son estas líneas, lo único que ahora mismo existe. Son tus ojos y los míos deslizándose por una pantalla de izquierda a derecha, de arriba abajo buscando respuestas, siempre respuestas, tan solo respuestas.

FUTURO

Es esa luz encendida al final del pasillo de un hospital.

Son unas cuantas huellas sobre la arena húmeda de la playa.

El futuro es un billete de ida y vuelta en avión, en bus o tren, o sin fecha de regreso tal vez, qué más da. Es un diploma, un contrato indefinido, un reloj al que se le acaba de dar cuerda.

Es un carrete de fotografías por revelar, una puesta de sol, otra madrugada. Es una cuenta en el banco, o en Meetic, o en los dos.

Son los capullos de un tilo, los limones verdes en el huerto de mi abuela. Es una llave, una puerta entornada, una fruta lavada, unas cuantas lágrimas secas.

Es un nido en el alféizar de la ventana, un traje sin estrenar, un chocolate caliente o un Pavo de Navidad.

El futuro es un nuevo número en la agenda del móvil, unas entradas para el teatro u otro libro en la lista de «pendientes».

Pero ante todo el futuro es una promesa. Y tan solo el último aliento la puede quebrar.

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