Nadie es Mejor que Nadie

Nadie es Mejor que Nadie

Miguel Angel Toro

19/10/2018

Tengo tantas historias de superación que contar que no se por dónde empezar. Cierto es que a veces las historias de superación son más por supervivencia motivada por alguna causa ajena o un percance sucedido. Nadie es Mejor que Nadie, y simplemente el mero hecho de sobrevivir día a día nos lleva al reto de superarnos a nosotros mismos. Esta historia es tan simple y tan sencilla, que me siento feliz de haberla vivido.

Aquel día necesitaba sentirme vivo, feliz y gritar a los cuatro vientos que «pienso, luego existo», necesitaba desconectar. Me pedí un día libre en el trabajo y tras llevar a mi hijo mayor al instituto, decidí conducir unos cien kilómetros hasta Grazalema. Tras las montañas de la sierra comenzaban a dibujarse diferentes colores en el cielo, un amanecer espectacular que presagiaba que iba a ser un día maravilloso. Al llegar, aparqué el coche en el aparcamiento del Camping Tajo Rodillo. Salí del vehículo y sentí en mi cuerpo el aire fresco de la sierra, hacía bastante frío. Hice unos estiramientos, me coloqué un macuto en la espalda, miré el móvil, abrí la app con el track para seguir la ruta y empece a trotar. El primer tramo era ascendente y aunque el frío helaba, entré en calor rápidamente. Luego una bajada y crucé los Llanos de Edrinal. Mi objetivo estaba a la izquierda, las dos cumbres míticas de Grazalema. Ahora tocaba subir, subir y subir. El sendero estaba marcado en el suelo por el surco de otros senderistas, pero al cabo de un rato desapareció. Sólo el instinto y con ayuda del track y el GPS, pronto llegué a la Cima Simancón.

Desde allí las vista eran espectaculares. Saqué del macuto una botella de agua y me quedé a contemplar el paisaje. En frente, la otra cima. No había camino y el GPS no me servía. Así que con precaución, descendí y volví a ascender como pude, trepando un poco hasta llegar a la Cima Reloj.

Algo cansado, pero objetivo alcanzado. El tiempo se detuvo un instante, la serenidad me embargó y me sentí mejor que nadie, orgulloso de hacer algo tan fácil, tan sencillo, que con un poco de tiempo y ganas cualquiera puede hacerlo. Superar los obstáculos que te pone la vida es fácil, es supervivencia, pero sentirse vivo y libre en estos tiempos que corren es difícil, y yo, me sentí la persona más dichosa de la tierra.

El regreso lo hizo por la por la Charca Verde y aún tuve tiempo de acercarme a la Cueva de las Dos Puertas. Me sentía tan fuerte que amplié la ruta hasta el Embalse del Fresnillo.

Al terminar mi recorrido, regresé al instituto para recoger a mi hijo. Volví a mi casa y almorcé con mi mujer y mi otro hijo pequeño.

Superar el día a día pero sin sentirse esclavo de esta sociedad es el reto personal que debe afrontar, la libertad hay que buscarla.

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