Y allí estaba, en la recta final de su vida, combatiendo un cáncer que consumía su ser. Su familia solo le mostraba tristeza, todo lo que veía a su alrededor era muerte, pena y dolor. Su estado era frágil, no podía valerse por si mismo. Le daban la comida, una papilla repugnante que preparan en el hospital, le bañaban, hasta el agua se la daban, y por si fuera poco, ni caminar podía. Ese día le llevaban en silla de rueda mientras le paseaban por los pasillos de esa sala de espera donde por primera y única vez le vi.

La ventana del recinto dejaba ver una hermosa ciudad, pero al anciano esa visión le era negada, en cambio, cuatro paredes amarillas y un techo blanco era lo único que podía apreciar. En su mente su juventud y las aventuras que una vez vivió se encontraban tan lejos e inaccesibles como esa ventana.

Los doctores no le daban mucho tiempo y la esperanza hace largo rato que le había abandonado, mas allá de un cuerpo moribundo, su alma era la que estaba derrotada. En su mirada no había luz, las razones para vivir estaban tras un velo distante, la resignación a su alrededor no le permitían ver la belleza de la vida, solo le dejaban ver a otros muertos como él.

Muerto en vida, aquel anciano quiso volverse hacia la ventana, pero al intentar moverse cayó de la silla de rueda, sus frágiles huesos eran lo único que soportaban su peso, sus huesos y la piel que colgaba de su figura. En esa sala de espera todo el mundo lo vio con pavor, las personas salieron en su ayuda menos yo, en un leve instante, aquel señor y yo intercambiamos miradas, todos los presentes reflejaban su pena y lástima, pero yo no, viéndole profundamente y sin emitir un sonido le dije «levántate» y una sonrisa se dibujo en su rostro, sus ojos volvieron a la vida, su alma… su alma se encendió de nuevo y como pudo, se levantó.

Sus últimos días los pasó frente a la ventana, admirando una bella ciudad y alguna que otra ave que pasaba para saludar, con una sonrisa en su rostro, tras un bello atardecer, por fin aquel viejo dejó esa vieja y fría silla y con su alma restaurada, junto a las aves del cielo… voló.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS