Renacer de las cenizas.

El 1 de octubre del año 2016, tomé el camino a mi hogar, con la firme intención de abrazar a mis viejos, pues vivíamos en ciudades distintas, el corazón ya lo llevaba preparado, seguramente, por un pálpito, como suelen llamarlo. Al llegar, la tragedia nos golpeó, el cilindro de gas, que se encontraba en pésimas condiciones técnicas, destruyó en segundos lo que habíamos construido durante más de 35 años de trabajo, la felicidad se desvaneció, la vida, los recuerdos, la fuerza. Mi condición de salud se volvió añicos, despues de lograr sacar a mi padre de entre el fuego, todo se desbarató lentamente, la universidad, el trabajo, mi relación sentimental, sentí que me moría, que nunca más sería la misma persona, pero la ilusión de un día volver a ver sonreír a los que amo, se convirtió en un reto constante, me levanté y seguí caminando, terminé mi carrera, y aunque cambió mi aspecto y mi forma de vestir, no deje de soñar. Hoy, somos una familia fuerte y trabajadora, estamos vivos, nos amamos infinitamente y seguimos en la lucha por sobrevivir, ayudamos al que lo necesita, aún, cuando no tenemos nada.

Que nadie te diga que por un tropiezo, tu vida no debe continuar, que nadie te convenza de ser menos por llevar a cuestas un par de cicatrices, que seas siempre lo que quieras y te propongas ser.