¿Por qué caminas tan rápido? Estoy ansioso. ¿A dónde vas? A verla a ella. ¿Una cita? Una entrevista. ¿Y eso? ¿Cuál es la empresa? Mi empresa, no. Quizás sí, saciarme. ¿Qué? El ansia. Ya veo. ¿Qué llevas en las manos? Nada, pero en las tripas, llevo la herida de su recuerdo. ¿Ya cuánto te falta? Como siete barrios. ¿Todos a pie? Sí, no me importa, el punto es verla. ¿Y ella cuántos barrios atraviesa? Uno, a veces dos. ¿Si tú siete, y ella uno… no es de por sí indicio de que tú saldrás herido? Sí, así es. Podría traicionarme cuando quiera… pero hoy no pienso en eso, hoy, de hecho, no pienso, solo me muevo. ¿Eres consciente de lo que haces? Claramente no. En fin, ¿Entrarás a esa tienda? Sí, compraré una chocolatina grande, y unas cervezas. ¿Dónde es tu cita? En una banca de un parque, en el medio de la noche. ¿Una entrevista pública? Es privada, pero alguien tranquilamente podrá vernos. ¿Y eso te parece prudente? Me resulta excitante. ¿Ella te gusta mucho… cómo es? Es muy hermosa. Sus pieles morenas me resultan perfectas, tiene una sonrisa y expresión hipnóticas, las raíces de sus cabellos son límpidas y siempre en su lugar, en sus ojos, hay montañas y cavernas color avellana oscura, sobre sus labios un lunarsito tenue, cintura hiperboloide, ombligo sumido, senos pequeños, piernas grandes. También se hallan en sus manos algunas cicatrices, en su pecho un olor a dulce y sudor, en su sexo, una fragancia única, y, más allá de la lengua de su boca, un panal de miel que aguarda ser bebido como néctar y comido como ambrosía… ¡Pero vaya, todo un ingenuo! Veo que tus manos tiemblan ocasionalmente, ¿Ya vas a llegar? Así es, mejor enciendo un cigarro. Mentolado para que ella no me joda. ¿Qué harás cuando la veas? Saludarla. ¿Después de eso? Después, todo lo dirimirán mis entrañas, pues desde dentro de mis tripas se regocija mi verdadero yo: Ése yo que es movimiento constante… ese yo que yace en el estado natural de toda materia. ¿Así que improvisas? Puede ser, hasta este punto llegan los cálculos y las predeterminaciones, hasta aquí llega mi alma. ¿Entonces no llevarás tu alma a aquélla cita? No, solo llevo la carne y la sangre que la irriga. ¿Ya la ves? Sí, está allí sentada bajo esa luz eléctrica, solitaria, oyendo alguna banda de nu metal. ¿Tú qué venías oyendo? El ruido de las avenidas. Creo que no es muy diferente. No lo es. ¿Le darás la chocolatina? Ya se la dí. ¿Su reacción? La esperada. ¿Esperas de ella algo? Siempre. ¿Seguro que no trajiste el alma? Ya te dije que no. No parece, bueno, en fin, ya la besaste otra vez, estarás en eso buen tiempo… creo que me voy… De acuerdo, véte. ¿A dónde te espero? No sé, por ahí. Nada importa ahora.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS