La Chicha: su olor alimenta antes de saborearla

La Chicha: su olor alimenta antes de saborearla

  Venezuela tierra de hombres valientes, lugar que tuve que abandonar tristemente y dejar a mis familiares. En mi travesía por autobús en Sur América, abría la escotilla y podía percibir el aroma a hierba fresca, tierra húmeda, así como el sabor de mis lágrimas saladas que recordaban mi separación familiar y respiraba profundamente.

  Siendo un emigrante sin empleo y golpeado por la xenofobia, dormía sobre el duro y frio concreto de un banquito en una pequeña plaza, que me entumecía los huesos, donde el cielo y las estrellas eran mi techo.

   Huelo…huelo algo que no sé que es, una mezcla de olores: el sudor, perfume, flatulencias y secreciones de los visitantes de la plaza, que se expandía por todo el ambiente y convertía el lugar en irrespirable. Todos los días una persona se acercaba y me brindaba algo de comida típica y le agradecía, así como a Dios.

   Un buen día, me puse a hurgar mi mochila buscando un abrigo porque se acercaba una noche muy fría, en ese momento abrí un pequeño cierre y encontré sorpresivamente una carta de mi abuela, que decía: ¡Nieto querido! no tengo riquezas patrimoniales que te pueda dar para ayudarte en tu viaje, pero te voy a confiar un secreto que me dejo mi madre María Ernestina y padre Juan Perico, con el cual lograron emprender un pequeño negocio, criar a sus cuatro hijos y cubrir todas sus necesidades hasta su adultez.

   Resulto ser, la famosa receta de la “Chicha de Don Juan Perico” vendida en el pueblo de Tinaquillo. En la carta me describía: Pon a hervir el agua, vas agregando azúcar morena, clavitos dulces, canela, anís estrellado, guayabitas, vainilla, leche y por último, poco a poco coloca en pequeñas pociones harina de trigo sin dejar de remover, hasta que espese, reposar hasta enfriar.

   Cuando termine de leer esa carta tan inesperada, parecía que el corazón se me iba a salir del pecho, me llene de muchas emociones y nostalgia. Abuela esa carta que me diste ¡Conmigo está! aun mantiene tu dulce perfume, y por muchos días con mis ojos cerrados la leía y me embriagaba con el aroma de sus letras.

     Al día siguiente, espere ansiosamente a esa persona que me ayudaba, le conté mi historia y con entusiasmo preparábamos la receta, siendo vendida y servida en vaso largo, con hielo fracturado, un toque de canela en polvo y leche condensada. Algunas con topping de chispas de chocolate, galletas y otras fantasías de sabores. Es Cremosa, nutritiva e irresistible, desde la distancia, la “Chicha de Don Juan Perico” evoca recuerdos del pasado que renacen todos los días al percibir su olor del trigo cocido ligeramente dulce como caramelo lechero.

     Ese olor a esperanza con sus toques dulces de los clavos y del anís, es lo que me hace sentir el calor familiar y las fuerza para continuar. ¡Patria mía, pronto volveré!

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