Tren-bala al Camp de Tarragona

Tren-bala al Camp de Tarragona

lucía mayo

30/08/2020

Evocación de la madera

Lucía E. Mayo.

Agosto de 2020.

Los trenes, durante la epidemia, los mantienen con asepsia, por lo menos los AVE (los operarios que van en los cercanías de la Comunidad de Madrid están condenados). Laura lleva un bocadillo envuelto en film transparente y, a su vez, en una bolsa ultra-zip (le ponen cursiva), y agua mineral en su viaje al Camp de Tarragona. Pasa un operario que limpia las barandillas, los asientos de polipiel, el cristal que separa los vagones. No huele a nada, ni a metal. En el embarque dan unas toallitas de gel con alcohol (en la prisión de mujeres de Wad-Ras (Barcelona) se lo quitaron este marzo, el de la peste; se lo bebían. Ella sabe de eso.

1948. Primer tren en España, Barcelona-Mataró

Los viajeros van por Guadalajara y ya están segados los cereales. Las alpacas, ordenadas, con aromas de lino y dorado. Más adelante entran en Cuenca, con sus encinas. En tiempos de necesidad (hubo muchos a lo largo de la historia) los humanos se comían las bellotas; cómo el pan y quesito de los ficus.

Las trincheras del tren tienen el olor del Tiempo Terciario. Calizas, yesos y margas; esos sí que tienen olor a barro. Las redes metálicas que las cubren tienen emanaciones de coco. La tierra descansa con la técnica milenaria del barbecho, pero no los labradores. En Zaragoza da unas caladas y se guarda la chusta, que apesta a azufre y cloro. Le recuerda al cloroformo que usaban los enfermeros para dormir a los chiquillos cuando les operaban de anginas.

Cruza la autovía a la altura de los Monegros y evoca el olor a gasoil de los camiones y a gasolina. Éstos le trae efluvios de cementerios, porque la quema de CO2 va a acabar con el planeta. La madre de Laura se ponía unas gotas de gasolina en el pañuelo porque a ella sí le gustaba. Cuando el AVE sale de un túnel, los ojos se le ponen glaucos. Hace 40 grados en el exterior; una masa africana recorre la península y cae una breve tormenta. Ella evoca el primer olor que tenemos en la retina, marrón y gris, El edén brilla, pardo, lo que alimenta sus augurios: desertificación y sequía. Aunque los Monegros es un paisaje semidesértico. En la autovía hay un monumento que sitúa el meridiano de Greenwich allí. ¿Por qué diablos España no tiene ese huso? La razón es que al Generalísimo se le puso en los redaños que tenían que ir a la hora de Italia y Alemania.

Llegan a Lleida, zona de rebrotes de los temporeros. Vienen migrantes para vivir 20 hacinados en una habitación. Cuando moró en Cataluña, los veía en los frutales. Eso no es robar, es el Pijoparte. Se estira al apearse y cual es su sorpresa: en su hotel están contagiadas las Kellys. En septiembre hay una segunda ola, de las cárnicas, los temporeros y las reuniones sociales, no de los botellones. 

Trenes de los 60

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