HIERBABUENA Y ROMERÍA

HIERBABUENA Y ROMERÍA

Dicen que los andaluces somos muy exagerados. Y es verdad, pero no porque lo seamos a la hora de superlativizar la realidad, sino porque aquí las cosas son realmente superlativas. No hay más que vernos a lo largo del año, en cuanto sale el sol ya estamos tirados en la arena, ¿es o no cierto que en Andalucía el verano dura seis meses?, e s t o e s c i e r t o, y no una exageración. Nosotros no vamos un par de horas, no. Nosotros, el primer día de vacaciones agarramos la toalla a las doce, con la fresquita, y a las siete de la tarde, que es cuando mejor se está porque los guiris ya se han ido a cenar y los madriles comienzan a recoger para lanzarse a conquistar el paseo marítimo, lo prolongamos tres horas más para rematar con un espeto de sardinas. Sí, y probablemente nos quedemos tres días, dependerá de que en el chiringuito haya provisión de cervezas frías. Y es que llevamos todo el año oyendo al médico decir que hay que activar la vitamina D, así que, ¡ala!, recarga hecha para todo el año, con extra de ese antiinfeccioso llamado lúpulo del que todo el mundo habla últimamente. Para que luego diga el doctor que no nos cuidamos.

Los negocios cuelgan el cartel de Cerrado por feria sin una pizca de cargo de conciencia. Todos dejan de trabajar, menos los bares, cuyos empleados atienden con la peineta y la flor puesta, sacando en vaivenes de bandeja lo más folclórico que llevan dentro. Hay asociaciones que hacen una misa en honor al patrón de la ciudad, y la mayoría lo vitorea, lo exalta, le confiesa que siempre lo ha querido, y brinda a su salud sin plantearse que ya es un poco tarde para ello. Emperifollarse de los pies hasta el caballo. Dejar el Tesla a un lado y volver a las carrozas. Llenarlo todo de farolillos que homenajeen a la bandera. Sufrir pantalón ceñido hasta los pezones con tres vueltas de fajín, o diez kilos de volantes, ¡que mira que hay que tener gracia para que se note lo bien que lo llevas!

También se dice que los andaluces hablamos en voz muy alta, y eso es debido a la riqueza ornitológica de nuestra tierra, producen tanto ruido ambiental que si no graznamos más alto, no llevamos la razón.

De todas formas no todos somos igual de exagerados, mi familia, por ejemplo, es bastante comedida, somos gente de mundo y con estudios. Hemos trabajado siempre de cara al público en nuestra tienda de jamones, y mantenemos la compostura. En fin, ya termino este relato que

 tengo que ir a casa de mi madre a por una mata de yerbabuena para el puchero, le regalaron un plantón hace dos días y ha crecido tanto que necesitaré una hoz para sacarle las hojas porque las jodías están grandes como pencas de acelgas.

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