Bocados de satisfacción

Bocados de satisfacción

Andres Puerta

02/09/2020

Aquello sucedió un día donde el cielo lucia un aspecto gris, ya que la luz de un sol palidecido por las nubes envolvía la ciudad. Recuerdo que acababa de salir de mi casa, mientras esperaba impaciente que el semáforo cambiara de rojo a verde, siendo allí interrumpido por un agradable aroma de pan recién horneado que me haría despertar el apetito de un modo feroz, y eso que recién había desayunado. Un olor que invade placenteramente mi olfato, produciendo al instante un leve ardor en mi estomago y llenando la represa de mis glándulas salivales, hasta inundar mi boca como un diluvio descontrolado. Un olor que impregnaría el aire satisfactoriamente, aunque parecía ser ignorado por los demás, posiblemente perdidos en su universo particular. Un olor que se iba intensificando a medida que le seguía el rastro, orientándome hasta una panadería que para mi punto de vista era de aspecto agradable.

Por supuesto, entraría en ella, viendo en una de sus vitrinas unos panes que desprendían humo como si recién hubieran salido del horno. Recuerdo que cada uno llevaba una forma alargada y rectangular, adornada por una costra de queso de aspecto dorado y crujiente en la parte de encima, haciendo que cada pan se viera aún más apetitoso. No me cabía duda de que había descubierto el origen de aquel olor intrigante, de modo que sin pensarlo dos veces, pedí dos, acompañado de un batido. No obstante, la ventaja de estar recién hechos es el placer de la blandura en cada bocado, lo que no es igual a la incómoda sensación de tierra seca causada por algunos productos derivados de la harina, siendo el primer bocado el nacimiento de algo maravilloso, es decir, un instante satisfactorio que me haría detener el tiempo. Un sabor agradablemente intenso y magnificado por mi paladar, como si mi gusto hiciera la mejor de las fiestas. Sin embargo, lastimosamente nada dura para siempre, de modo que al terminar me acerco a la caja, saco la cartera, pago con monedas el precio indicado y salgo finalmente del establecimiento, concluyendo de manera rotunda que aquellos bocados de satisfacción quedaran por siempre guardadas en mis memorias como si de un tatuaje se tratara.

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