Miles de millones de ojos estaban expectantes por el lanzamiento de la primera nave independiente del planeta que viajaría por el cosmos infinito como representante de la humanidad.
El Gobernador, la persona con más poder en la nave, era una celebridad mundial y el mundo veía su camino al transbordador, en dónde cada detalle incluido el simple andar, serían recordados como momentos históricos valiosos. Él, un hombre de mediana edad con una fortaleza física de un deportista olímpico, dio el último saludo a la audiencia con la mirada llena de confianza que lo caracterizaba tanto y subió al transbordador.
Después del despegue tardo unos minutos para alcanzar a la nave Mater que orbitaba a la Tierra, tan gigantesca y majestuosa que parecía una fortaleza celestial vigilante desde su posición privilegiada, en lugar de un vehículo espacial.
Cuando el gobernador entro a Mater el ambiente que dominaba, además de la disciplina militar a los que estaban sujetos los jóvenes tripulantes, era de una emoción que contenían apenas: una mezcla de nerviosismo, miedo, temprana melancolía, pero sobre todo la felicidad que los impulsaba a realizar el viaje.
El Gobernador se dirigió a la sala de mandos, el primer lugar al que debía ir según la bitácora, en donde se reuniría con los demás altos mandos que le ayudarían a dirigir.
—Es un gusto encontrarlos —se dirigió a un grupo de personas en una mesa quienes a diferencia de los anteriores ya habían pasado la edad de retiro y se les notaba cansados—, podemos empezar con la primera reunión.
—Hablaremos de las cuestiones que discutimos previamente, pero limitando la información según sea necesario —recalcó uno de ellos— . Un espectáculo en pocas palabras. La información en bruto será transmitida a las centrales de investigación.
Los demás se limitaron a asentir, con el mismo estado de resignación.
—La transmisión comenzará en unos segundos —volvió a hablar— todos preparados.
Todo el mundo observó una reunión emocionante, con los comentarios acertados y decisiones inteligentes de los líderes que conquistarán el espacio. La emisión terminó con una población conmovida, la última transmisión ese día se haría justo antes del despegue, el Gobernador dará sus últimas palabras como habitante de la Tierra.
—La primera reunión fue exitosa, buen trabajo, ahora todos pueden volver a sus puestos, estén listos. Ahora, con su permiso, debo activar a Sophie, tengo entendido que está ya en su pleno funcionamiento ¿Cierto?
—Por supuesto, señor. —contesto uno de los hombres— Puede consultarla en su oficina cuando guste.
El gobernador se despidió de su equipo y salió. Al entrar encontró una réplica pequeña de la oficina de su antigua vida como político, un escritorio de caoba sobre una alfombra de estilo oriental que cubría todo el piso. Una vez cerró la puerta dejo atrás ese porte de seguridad, se dirigió exhausto a la silla y se derrumbó en ella.
Después de un momento puso la palma de su mano en el escritorio —esta es la prueba de activación, ¿Quién eres tú, Sophie? — en ese momento la madera del escritorio se transformó en una pantalla.
—Sophie: Inteligencia Artificial de última generación con el acceso a la más potente computadora cuántica y a toda la historia humana hasta la fecha —salió una voz suave del escritorio, mostrada como una onda que modulaba en la pantalla—. Creada para monitorear la nave, realizar cálculos ultra rápidos y servir como consejera.
—Sabes quién soy yo —cuestiono él.
—El Gobernador, el individuo con más poder en la nave, encargado de la administración y de tomar la última decisión de mando.
—Excelente, ahora dime —dijo, recargando los codos en el mueble y viendo directo en la pantalla— si pido que tomes los controles de la nave y viajes directo al Sol a toda velocidad ¿Qué harías?
—Anunciar su posible falta de juicio a los segundos superiores y recomendar una sustitución inmediata —contesto inmediatamente.
—La prueba de activación esta lista, funcionas bien.
Después de varios segundos de proceso, continuó— ¿Está asumiendo que el ser con más poder en Mater es Sophie? Eso no es del todo cierto.
—Es más que razonable que el último control de la nave se halla puesto en un ser artificial —repuso él— después de todo, este es un viaje sin retorno.
—El poder que poseo, es muy limitado y no puedo, por ejemplo, comandar la nave. Sin embargo, una de mis funciones principales es conservar la vida.
El gobernador poso su exhausta mirada en la línea ondulante de la pantalla —creo entender. Puedes hacer sacrificios individuales, por ejemplo: en el caso de una enfermedad, lo mejor sería matar a los infectados, pero no el suficiente para quitarnos el libre albedrío. En resumen, tu objetivo es mantener el mayor tiempo posible a esta micro sociedad viva hasta que se quiebre —puso ambas manos en sus ojos para tallarlos fuertemente—. Es un buen experimento para el futuro humano, sin duda. Tengo mucho trabajo, debo instaurar normas para demasiadas eventualidades. Tal vez comenzar a instaurar una doctrina no sería una mala idea.
—Una fe puede ayudar a mantener la estabilidad, pero sugiero que piense con detalle los dogmas o puede ser contraproducente.
—No quiero ni pensar cuando encontremos otra civilización, la comunicación seguramente sea imposible. ¿Qué opciones tenemos?
—Es una posibilidad bastante escasa, pero en tal caso recomiendo preparar una ofensiva. Es la mejor opción para asegurar la supervivencia.
—Veo el punto —dijo el gobernador, dando un largo suspiro—, pero mostrar esa hostilidad podría ser un desastre. ¿Cuál es el paso clave que nos podría convertir en tiranos o en benefactores?
La pantalla tardo un largo momento antes de responder. —Lo siento, las probabilidades son cuasi infinitas, no hay una respuesta certera.
Después de un momento rondando en sus pensamientos, solo se alzó de hombros —Daremos pasos en la oscuridad, entonces.
—Es algo común para la humanidad, un camino incierto.
—Sí, el individuo siempre vive en la incertidumbre del futuro.
—Señor —interrumpió Sophie—, quedan unos minutos para trasmitir el mensaje de despegue.
—¡Claro! Inspirador y lleno de esperanza.
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